Tras una operación del calcáreo, mi padre se
quejaba hace muchos años de la cruz que Dios le había mandado; la monjita que
lo atendía le replicó que de todas las cruces que se repartían a diario, la que
le había tocado era una de las más pequeñas.
Ahora, a mí, a su hijo, también le ha tocado su
cruz; y tampoco me he de quejar, porque he llegado a comprender que es de las
más pequeñas con respecto a otras muchas que se ven andando diariamente por
esos mundos de Dios.
“Mi mirada” es difícil, quiero decir que mis ojos
son complicados, con muchos riesgos y pocas ventajas. Hace casi cuatro años,
después de dos operaciones y muchos cuidados se salvó un poco de visión en mi
ojo derecho; aprendí a defenderme con el izquierdo y tras toda la vigilancia y
cuidados posibles durante casi dos años por la doctora Piñas y el doctor
Hernández, la retina ya no pudo más, se desprendió y empezó de nuevo un proceso
que espero termine bien.
Retomando el principio, por muy liviana que pueda
ser la cruz con la que te toque cargar, su peso se hace mucho más llevadero con
la ayuda de un cirineo.
En mi caso, de muchos cirineos.
Me interesan mucho las personas y las influencias
que su comportamiento pueda tener en la vida de los demás; por ello no tengo
más que agradecimiento para el equipo de oftalmología del doctor Castillón.
Especialmente y de corazón para Purificación Piñas
y para Javier Hernández; ellos me han regalado muchas, muchas veces su tiempo
más allá de sus obligaciones (cosa que no sé cómo pagarles) para atenderme con
algún problema de mis sensibles ojos. A ellos les debo bastante.
Agradecer al doctor Castillón sus rápidas
decisiones, operando incluso en días que no estaban previstos.
No quiero olvidarme de la gentileza de las
doctoras María Mantrana y Nuria Aznares, por sus ofrecimientos en cualquier
momento que lo necesitase. Tampoco me quiero dejar atrás a las personas que me
dan los buenos días cada vez que llego a “mi casa” como yo he bautizado a las
consultas de oftalmología. Elisa y Javier abren su sonrisa cargada de listas de
citas, pasa darme los buenos días y siempre me preguntan ¿cómo está usted?
No tiene precio, en serio.
Todos los componentes del equipo merecen mi
reconocimiento, sólo he nombrado a las personas con las que he tenido más
relación últimamente.
No quiero pasar por alto al equipo de quirófanos y
anestesia; gracias a todos, en especial, a Amparo Martínez, por su sensibilidad
para atenderme en un momento muy delicado para mí. Me hizo sentirme en paz
antes de inyectarme la anestesia para entrar en quirófano, gracias.
Creo que me estoy extendiendo demasiado, pero son
sentimientos que me son necesario expresar y aunque sea, poder pagar lo
recibido con palabras de agradecimiento.
Ah, se me olvidaba, un último ejemplo de
gentileza; la persona que me cogió la vía en la primera intervención de retina
en 2011, Lolo, todavía me saluda y me pregunta cómo me va, si me ve sentado
esperando consulta.
Como conclusión, en el área de oftalmología tienen
un equipo muy importante de profesionales y además, (que para mí es igual de
importante) de buenas personas. Manténgalo, por favor; y de nuevo mi más
sincero agradecimiento, que le ruego les haga llegar.
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