No obligues a nadie a quererte, mejor oblígalo a irse. Quien insista en quedarse, es quien realmente te quiere. Siempre seremos para alguien, la persona correcta que conocieron en el momento equivocado.

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27 mayo 2014

¿POR QUÉ TODAS LAS MAÑANAS?


Al despuntar la mañana, cuando los chicos y las chicas pasan jovialmente charlando por la puerta de mi casa (sobre todo ahora con los calores), asoman por mi ventana las risas, los llantos, las riñas de las madres; y si no antes, me despierto.
Es un despertador natural que hace que me sienta bien; pero cuando salgo a la calle, normalmente para dar un paseo matutino, empieza el suplicio…..
No llego a la esquina de la calle, en la misma farmacia, y ya te encuentro… te esquivo…. y sigo adelante, como si nada hubiera pasado.
Pero sin demora, apareces en otra acera, intento bajarme al asfalto, pero incluso ahí también te manifiestas.
No hay esquina, calle, acera, jardín, cuesta, en la que no te hagas presente; por lo que dada mi corta visión, algunos días se me hace imposible no tropezar contigo.
No me es placentero toparme contigo, incluso diría yo, que me sienta fatal mantener un leve contacto, pero por culpa de muchas personas, estás por todos lados.
Además, y para colmo de males, tu perfume es horroroso; no sé dónde lo adquiriste pero deberías reclamar tu dinero, por eso no me apetece que entres en mi casa.
Tanto trabajo les cuesta a algunos, meterte en una bolsita y tirarte a la papelera?.....
Otro día hablaremos de los gatos.


Foto de mi amiga Juani Mora.




08 mayo 2014

ALMA DIGITAL

Se me ha venido a la mente esta reflexión observando el rostro de la Macarena, en una foto de las redes sociales.
Las imágenes que contemplamos en los pasos, altares, ermitas, catedrales, etc., todos sabemos que están hechas de madera, barro, mármol; entendemos que son una mera representación en una materia muerta; tenemos por cierto que nunca deberemos idolatrar a una sola, o a varias imágenes. Pero a mí me gustaría que los imagineros las dotaran de alma; un alma con un disco duro de infinitos gigabytes, una cámara de vídeo en cada ojo y un micrófono en cada oído, bien disimulados claro.
Tendrían la misión de grabar oraciones desesperadas, filmar lágrimas que recorren  mejillas rotas de dolor, fotografiar caras de agradecimiento, registrar bautizos, comuniones, bodas y despedidas para la posteridad, impresionar sentidas penitencias, rodar los cambios anuales de los pueblos, las calles, los cielos, las gentes, las autoridades; en suma, los cambios del mundo que las rodea.
Si alguna vez, pudiéramos tener la suerte de acceder a visualizar o escuchar dichos archivos, llegaríamos a la conclusión de lo insignificantes que somos, y descubriríamos para el que no lo sepa, que nuestro vídeo o audio siempre termina en off.
Ese alma digital sería bonito ubicarla en el lado izquierdo del pecho de las imágenes para dotarlas de corazón.
Que tengáis un buen día.


04 mayo 2014

LA PARADOJA DEL TIEMPO.

El paso del tiempo, ese juez inapelable de nuestra existencia, intenta cambiarlo todo, quiere ser dueño y señor de nuestros destinos; pero hay días o momentos en nuestra vida en los que por mucho que lo intente, no puede conseguirlo.
El tiempo nos roba continuamente; nos hurta lo más principal nuestra vida, nos quita los cabellos, nos estafa con su color volviéndolos blancos, nos afana la agilidad, la vista, nos sisa poco a poco la salud; mas todo esto, anoche fue en vano; porque el tiempo, lo que no se lleva, lo engrandece, lo hace imperecedero, y lo deja grabado para siempre en lo más profundo de nuestro ser.
Anoche, tuve la suerte de cenar con mi familia; esa que tengo desde hace cuarenta años, celebramos el “pescaito” del Club Sevillaban, nuestra caseta de feria familiar de la Feria de Sevilla.
Una caseta adornada con farolillos de cielo y mantones de nubes, alumbrada con retazos de luna. Allí estuvimos todos, los que estamos por aquí todavía y los que se tuvieron que asomar a la noche sevillana para estar como todos los años con nosotros. Estuve en la certeza de que nada había cambiado, que teníamos puesto máscaras que nos modificaban el rostro de hace cuarenta años; percibí el aroma de los ducados que se fumaban Juan Chapresto y Miguel Sánchez; estuve bailando con Sebastián Franco, me emocioné con los cantes de mi querido Agustín, brindé con mi compadre Cárdenas, acaricié encarecidamente el cartón de la calva de Eduardo, y realicé el saludo de toda la vida con mi amigo Rafael Ruiz, beso en la yema del dedo corazón. Oí otra vez la voz ronca de Lozano, escuché los improperios de Claudio Carrascal, volví a escuchar de labios de Palomo, el clásico BouLí, vi bailar sevillanas al pequeño pero grande Luis, estuve un rato charlando con Manolo Perea y con su hijo Antonio,  abracé a Gervasini y Morón, y descubrí en las fisonomías de los más jóvenes las caras de sus padres, pero sin la máscara del tiempo. No me cabe más familia en este texto, el alma es un disco duro mucho más grande que el de este ordenador; por lo que prefiero guardar en ella el recuerdo de todos mis compañeros del Banco de Sevilla, ahí nunca se perderán con el tiempo ni le atacarán los virus, ellos también son mi familia, os quiero.