Se me ha venido a la mente esta reflexión observando el rostro de la Macarena, en una foto de las redes sociales.
Las imágenes que contemplamos en
los pasos, altares, ermitas, catedrales, etc., todos sabemos que están hechas
de madera, barro, mármol; entendemos que son una mera representación en una
materia muerta; tenemos por cierto que nunca deberemos idolatrar a una sola, o
a varias imágenes. Pero a mí me gustaría que los imagineros las dotaran de
alma; un alma con un disco duro de infinitos gigabytes, una cámara de vídeo en
cada ojo y un micrófono en cada oído, bien disimulados claro.
Tendrían la misión de grabar
oraciones desesperadas, filmar lágrimas que recorren mejillas rotas de dolor, fotografiar caras de
agradecimiento, registrar bautizos, comuniones, bodas y despedidas para la
posteridad, impresionar sentidas penitencias, rodar los cambios anuales de los
pueblos, las calles, los cielos, las gentes, las autoridades; en suma, los cambios
del mundo que las rodea.
Si alguna vez, pudiéramos tener
la suerte de acceder a visualizar o escuchar dichos archivos, llegaríamos a la
conclusión de lo insignificantes que somos, y descubriríamos para el que no lo
sepa, que nuestro vídeo o audio siempre termina en off.
Ese alma digital sería bonito
ubicarla en el lado izquierdo del pecho de las imágenes para dotarlas de
corazón.
Que tengáis un buen día.
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