Hay un momento en el que alguien le sustrae a su madre un euro del monedero, también hay una ocasión en la que una persona armada roba en el banco algún que otro fajo de euros, y alguna que otra situación en la que, un encorbatado se apropia de millones de euros de todos sus conciudadanos; todos han robado, lo que hay que determinar es la cuantía.
El mismo calificativo tiene el que acepta una corbata, o una pulsera, por cambiar un expediente de sitio, para que tenga menos retraso, que el que recibe sobres por adjudicar obras o servicios a dedo a los que le pagan; todos son corruptos, lo que hay que determinar es la cuantía.
Se puede nombrar igual, al que miente a su madre diciendo que ha ido al cole, cuando lo cierto es que hizo novillos; como al que declara en un juicio cometiendo perjurio para acusar en falso a otra persona; todos son mentirosos, lo que hay que determinar es la envergadura.
El mismo pecado comete, el que acosa a su compañero de colegio no dejándole vivir y zurrándole en cuando puede; como el que no deja de pegar a su compañera haciendo de su vida un verdadero infierno; todos son maltratadores, lo que hay que determinar es la envergadura.
Por ende, El mismo calificativo tiene el que acaba con la vida de un chaval a patadas, el que pasa a espada a otros, o el que desenfunda un arma para disparar a destajo; o como el que se lleva por delante a un numeroso grupo de personas conduciendo deliberadamente hacia ellos; todos son unos asesinos, lo que hay que determinar es el número de sus víctimas.
Por lo tanto, llamemos pan al pan, y vino al vino; y baste ya la palabrería.