No obligues a nadie a quererte, mejor oblígalo a irse. Quien insista en quedarse, es quien realmente te quiere. Siempre seremos para alguien, la persona correcta que conocieron en el momento equivocado.

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18 octubre 2017

VÍCTIMAS.

Parafraseo a mi amigo y magnífico escritor Andrés Pérez Domínguez y su libro “El violinista de Mauthausen” que dice:
En París, una pareja está a punto de casarse en la primavera de 1940, pero la Wehrmacht invade Francia y él, republicano español exiliado, es detenido por la Gestapo y enviado al campo de exterminio de Mauthausen. Ella colaborará con los servicios secretos aliados, dispuesta a cualquier cosa para salvar la vida de su prometido. 
Se tilda a algunos como presos políticos cuando miles y miles de ellos, de ambos bandos, pagaron con su vida su condición de preso político; el protagonista de esta novela también fue preso político, como otros muchos, en campos de concentración europeos. Acusan de represión brutal a la actitud de las fuerzas de seguridad del estado de hace unos días, ni idea de las represiones de los “grises” de no hace tantos años; el terrorismo también es otra cosa y si no que le pregunten a las últimas víctimas del atentado de Barcelona.
El otro día vi una foto de una multa de 30 pesetas por estar a menos de diez metros de un guardia civil.
Es necesario un acto de concienzuda reflexión, muchísimas de las personas que hoy en día vivimos en este país no tenemos, y me incluyo, ni idea de lo que es pasarlo mal, estar en tensión todo el día, el miedo de salir a la calle, el pánico a que llamen a la puerta (en ambos bandos) al caer la tarde, incluso a reunirse más de tres personas en la calle; no sabemos lo que es trabajar duro  físicamente por un mendrugo y un poco de tocino de sol a sol; no se recuerda lo que era vivir sin internet, casi sin juguetes, sin comida, pasando hambre, pagando al médico para que te cure, sin pagas de jubilación, sin agua corriente, sin váter, y un sinfín de cosas más.


Hoy, penosamente, todos y todas somos víctimas de todo; protestamos por todo, llevamos la razón en todo, lo hacemos todo bien (y si nosotros lo hacemos bien, tiene que haber alguien que lo haga mal). Todos y todas somos hoy en día víctimas de nosotros mismos, víctimas de nuestra reducida memoria histórica, víctimas de nuestra prepotencia, e incluso diría más; hay muchos, muchos y muchas que usurpan hasta la condición de víctimas y se quedan tan panchos.

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