No obligues a nadie a quererte, mejor oblígalo a irse. Quien insista en quedarse, es quien realmente te quiere. Siempre seremos para alguien, la persona correcta que conocieron en el momento equivocado.

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10 octubre 2017

ESTO ES LA VOZ.


Hay momentos, quizá demasiados, en los que te sientes dañado por tí mismo, o por tí misma, miras en el espejo y este refleja: que has perdido el pelo, que se está volviendo blanco, que tienes una o dos o tres arrugas más, que se te han caído los pechos, que los abdominales  se convierten en uno y este se va descolgando progresivamente, que los pelos nacen y crecen donde no quieres,  que has puesto algunos kilos, etc. etc. Para qué os voy a contar si todos y todas sabéis a lo que me refiero. Esas sensaciones que te hacen decir: ¡Que fea o que feo estoy!
Entonces... 
Empiezas a odiar al espejo, asomas a la puerta del baño a escondidas, queriendo pasar como de puntillas por el trámite de peinarte o arreglarte a diario, te atusas el pelo con la luz apagada, solo con el reflejo luminoso del pasillo, te vistes y te miras de arriba hacia abajo pero no de frente; todo eso pasa por no actuar como los concursantes de "La Voz".
Cuanto te presentas a concursar en "La voz", tú ya debes de ser  consciente de que vales, de que estás preparado o preparada para ello; después se podrán dar la vuelta o no, te podrán aceptar o no, pero siempre a expensas de lo que expreses delante del micrófono, nunca del aspecto que presentes en la prueba.
Y con todo y con eso, puedes no gustarle a ninguno de los cuatro jueces y ninguno pulsará el botón rojo; aunque después intenten minimizar el fracaso que para tí supone.
Pues es la táctica que debes seguir, si eres consciente de que vales, de que eres auténtico o auténtica, no hay porqué mirarse al espejo, una cortina que lo tape, y una cita a ciegas con el destino.


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