Y algunas veces...
Recuerdo ahora a mi amigo y grandísimo torero Juan Antonio Ruíz Román "Espartaco", y a su tío y mozo de espadas, el bueno de Domingo Román.
En sus buenos tiempos, y en los míos como aficionado, lo iba a ver por muchas plazas de España.
De vez en cuando compartía un aperitivo con Domingo en el hotel donde esperaba la llegada de la hora de la corrida Juan Antonio.
Una vez me confesó que antes de la corrida, unas horas antes, cuando la angustia por el miedo, al fracaso y por supuesto a la muerte, le sacaba a Juan Antonio, de la maleta, cuatro o cinco trajes de luces, y se los ponía cada uno en una silla en la habitación del torero.
Y claro, le pregunté ¿por qué?
Me contesto, que mientras decidía cuál de los cuatro trajes preferiría ponerse esa tarde, recordando memorables faenas con ellos, no le daba vueltas a la responsabilidad tan grande y el miedo tan imponente que lo invadía cuando pensaba en la corrida.
Recuerdo que era una corrida de seis toros para él solo, de la que hablaba Domingo.
Imaginamos tantas cosas cuando estamos pensando en otras, y la mayoría malas.
Foto de mi amiga Juani Mora. |