Circulaba sin prestar atención al
tráfico en su flamante Mercedes E300 acompañado por su esposa; comentaban
banalidades sobre el tiempo, peluquería, clases de equitación, gimnasio, etc.,
todo ello para entretener al tiempo durante el corto viaje que se les presentaba.
En el recodo de un camino
adyacente a la carretera comarcal por la que circulaban, asomó el morro un
coche de líneas rectas y faros cuadrados, que daba la impresión de haber
nacido en el siglo pasado; no daba la impresión, pensó el, era del siglo
pasado.
No le dio tiempo a pasar antes
que saliera el coche blanco y no tuvo más remedio que seguir circulando detrás
del mismo.
Era un Renault 6 matrícula B-??13-XZ, por lo menos eso se distinguía tras el barro que tapaba parte de la matrícula. ¡Más antiguo que el andar para adelante!, tal cual, se lo comentó a su mujer.
Como la conversación que
mantenían era más bien aburrida, él se decidió a elucubrar sobre el propietario
de R6 como vulgarmente se llamaba.
- Mira el coche que lleva el tío,
media trasera caída con la chapa oxidada, un piloto fundido, una humareda que
parece que va quemando leña en vez de gasolina, no sé cómo se puede circular con ese coche.
- Cualquiera sabe-dijo la mujer-, serán rumanos seguramente, vendrán del camino
del que han salido, de robar naranjas de
alguna finca cercana, o será de un tío tan “agarrao” que quiere exprimir el
coche hasta la última gota. A lo mejor, está tan mal de dinero que no puede comprar ni una bombilla para el piloto; cualquiera sabe…. Bueno mejor ni
echarle cuenta; último comentario antes que el R6 girara en otro camino a la
derecha, sin darle opción a la pareja a ver ni siquiera la cara del conductor o
conductora del mismo.
La carretera comarcal llegó a su
fin y el acceso a la autopista hizo patente la potencia del Mercedes, que llegó
en un abrir y cerrar de ojos a la capital.
El tiempo, que pasa para todos,
también pasó por esta historia. Las clases de equitación pasaron a quedar en la
memoria; y las manicuras, y las sesiones de masaje, eran cosa de otro tiempo.
La empresa, como otras muchas por desgracia de este país, se vino abajo y los
ingresos mensuales se dividieron por mucho, la esposa no pudo soportar más esa circunstancia.
La situación económica se tornó
complicada, bastante complicada, diría yo; y la compañía financiera que había concedido
el préstamo para la compra del Mercedes E300, empezó a reclamar los impagos
producidos; llegando a subastar el coche para resarcirse de la morosidad
acumulada.
Llegada la hora, el titular tuvo que ir al juzgado para depositar la documentación del coche, para que el nuevo propietario tomara posesión del mismo; en esos instantes pasaron por su cabeza muchas cosas…
le daba vueltas, y más vueltas….. no
conseguía asimilar lo que había pasado, empezaron a brotar unas gotas de sudor
en su frente cuando daba las buenas tardes de despedida, al guardia civil que
vigilaba la entrada del juzgado. Buscaba la calle desesperadamente para
respirar aire freso y procurar olvidar por unos momentos las sensaciones que le invadían.
Su cabeza iba perdida en un sinfín de nubarrones negros que embotaban sus
pensamientos, cuando sintió un fuerte frenazo. El para-golpes de un coche rozó
levemente su rodilla izquierda, eso le hizo girar la cabeza levemente hacia el
parabrisas. Tras unas gafas color carmesí, descubrió una tez sonrojada pero muy
asustada, que lo miraba expectante desde detrás de la luneta. Se retiró un poco, ya que algo le resultaba
familiar… ¡Estuvo a punto de ser atropellado por un R-6 blanco!, pero tuvo
suerte de que su propietaria lo tuviera en perfecto estado de funcionamiento, ¡Sobre todo los frenos!; aunque el coche fuera demasiado viejo (creyó ver
Barcelona XZ, en su matrícula), los frenos funcionaron de maravilla.
Se acercó a la ventanilla para
pedir disculpas por la irrupción tan sorpresiva en la calle, y posó por unos
instantes su mirada en unos ojos negros que lo miraban asustados………
Todo está en el mundo.