La fundación Compromiso y transparencia evaluó en 2018 el buen gobierno y la transparencia de una muestra significativa de las fundaciones españolas. Los resultados dejan una evolución positiva, a pesar de que el 72% sigue sin alcanzar la transparencia.
Las fundaciones tienen un órgano de gobierno que ostenta el poder legítimo (patronato), una normativa (estatutos y código de buen gobierno) y un mecanismo de rendición de cuentas.
Apenas un 18% de las fundaciones empresariales y el 15% de las fundaciones familiares cuentan con un código que regule los deberes y responsabilidades de los patronos.
Atresmedia, Iberdrola, Addeco, Gas Natural, Telefónica y La Caixa como empresariales, aprueban con buena nota.
Hay un ranking de transparencia, en las que las diez últimas son demasiado opacas.
La fundación familiar Amancio Ortega está la cuarta en la clasificación de las más transparentes; más o menos en el mismo nivel que está la fundación Podemos en el listado de fundaciones políticas.
En cuanto a Ongs, en España hay alrededor de 700 operativas.
Todas estas fundaciones, y todas estas Ongs adquieren sus ingresos por los donativos que realizan sus socios, familiares, miembros de la corporación política, asociados, o también de donantes anónimos; después, cada una de las fundaciones u Ongs invierten esos donativos donde ellos deciden, unos con más y otros con menos acierto.
Una de las Ongs más importantes, si no la más, es Cáritas Española, que como las demás aplica su aportaciones a remediar necesidades, que los que dirigen el país, no cubren totalmente o de ninguna manera.
El estado, creo que no tiene capacidad suficiente, para hacer frente a la cobertura de las necesidades que hacen estas fundaciones y Ongs.
Por tanto, yo quisiera que no solo hubiera un Amancio, en el mundo necesitaríamos a:
Un Betancort, un Calpe, un De Felipe, un Sanchís; un Pirri, un Velazquez, un Grosso, un Zoco, un Puskas, un Gento y...
Y si me apuran, también un Miguel Muñoz.