La sociedad estĂĄ entrando en un bucle inmenso del que, por el camino que lleva, le va a ser difĂcil salir.
El principal problema que tenemos hoy en dĂa, y ya desde hace años, es que todos, y digo bien, todos, tenemos el sistema de prioridades equivocado.
Desde niños a mayores, y no me refiero a los mayores ya ancianos, porque esos, todavĂa son los Ășnicos que mantienen un sistema de prioridades lĂłgico.
Mientras se prefiera leer en un mĂłvil multitud de cosas, la mayorĂa falsas para enganchar, antes de sentarse y disfrutar de un buen libro; cuando preferimos gastarnos cinco euros en tabaco diario obviando saborear unas buenas raciones de fruta fresca; si preferimos ir en coche a un recado a menos de un kilĂłmetro evitando echar un paseo mañanero; si para nosotros es mĂĄs esencial comprar a nuestros hijos un "bollycao" que perder el tiempo en prepararles un buen bocata de "salami" por ejemplo (umm) para el desayuno colegial; si para nosotros es mĂĄs importante sentarnos en la poltrona para gobernar eludiendo nuestros compromisos con los votantes; si otros no votan por el resultado de la labor realizada por sus gobernantes, y lo hacen basados en un sistema de (como dirĂa JosĂ© MarĂa GarcĂa) chupĂłpteros, correveidiles, paniaguados,etc. ; cuando el mundo prefiere seguir anegando los ocĂ©anos de plĂĄsticos antes de eliminar ese tipo de envoltorio...
Cuando anteponemos la soberbia a la humildad, la maldad a la bondad, la avaricia a la generosidad, el egoĂsmo a la caridad; o cuando buscamos la belleza de cara, cuerpo, o en algunos casos, de billetera o de bolso, en vez de enamorarnos de la preciosidad del alma, es cuando definitivamente nuestro sistema de prioridades ha perecido.
¿HabrĂĄ que intentar resucitarlo, no?
¡Pues a ello que ya es tarde!
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