Estoy harto de escuchar a los señores y señoras que se creen el culo del mundo, los que pretenden decirnos cómo hemos de cuidar a nuestra tierra, a nuestros hermanos, a nuestros animales; bueno nuestros, lo que se dice nuestros...
Hay quien habla creyendo que es el heredero de todo, del trono, de los esclavos, de los animales, del cielo, de la tierra, e incluso es el heredero del bien y del mal, cuando en realidad nunca heredĂł ni va a heredar nada.
También se escucha mucho esta frase:
¡A ver que planeta le vamos a dejar de legado a las futuras generaciones!
¿Dejar en herencia?
¿Legar a las futuras generaciones?
Como dicen muchas y muchos que tambiĂ©n se la cogen con papel de fumar: ¿Perdona?
Eso digo yo, ¿Perdona?
Vivir en este mundo es como hacerlo en un piso de alquiler amueblado; se puede vivir y destrozar el piso para que ningĂșn otro inquilino pueda entrar en Ă©l; o se puede cuidar como si fuera de tu propiedad, y entregarlo, cuando lo dejemos, incluso mejor que cuando nos lo cedieron en alquiler, y eso solo tiene un nombre; educaciĂłn.
Pues con la tierra pasa lo mismo, la podemos destrozar en el tiempo que vivamos en ella, o también, la podemos cuidar para entregarla mejor que cuando la recibimos; porque lo que estå claro es que nadie, digo bien, nadie va a heredar nada.
Todo lo que nos prestaron cuando nacimos, lo que nos han ido prestando durante nuestra vida, incluso en lo que hemos invertido nuestro esfuerzo y trabajo, todo quedarĂĄ aquĂ para que sea prestado a otros, y a otros, y a otros y asĂ hasta el final de los tiempos.
Ahora bien, lo que sĂ podrĂamos y deberĂamos legar a los nuestros, a los que nos hereden es la educaciĂłn, pero esa no se puede heredar tampoco, hay que darla y aprenderla en vida.
Ahora bien, lo que sĂ podrĂamos y deberĂamos legar a los nuestros, a los que nos hereden es la educaciĂłn, pero esa no se puede heredar tampoco, hay que darla y aprenderla en vida.
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