El verano pasado tuve el privilegio de hacer un largo viaje en
coche gracias a la pericia en la conducciĂłn de mi querida Charo, ya que como
sabéis, mis ojos no me permiten conducir.
Fueron muchos kilĂłmetros recorridos en etapas, unos dĂas el
trĂĄfico estaba mejor, otros peor; algunas jornadas buscĂĄbamos un destino tĂpico
para almorzar, cosa que era materialmente imposible y encontrĂĄbamos por
casualidad, de camino, sitios infinitamente mejores.
BuscĂĄbamos lugares tĂpicos para ver, pero en ruta hacia a ellos,
cruzamos parajes indescriptibles por su belleza, Ă©stos nos los encontrĂĄbamos
continuamente incluso a pie de carretera.
En un momento hasta pudimos tener un accidente, gracias a Dios,
todo quedĂł en un susto.
Si yo no hubiera tenido el pĂĄnico que le tengo a volar en aviĂłn,
en dos horas habrĂamos estado en nuestro destino, y nos hubiĂ©ramos perdido todo
el camino.
En el viaje de nuestra vida, creo que todos tenemos muy claro cual
es nuestro destino final; si pretendemos correr tanto que nos montamos en un
avión para llegar a término, desecharemos el resto de nuestra existencia.
"Lo importante no es el destino, es el camino"
Procuremos andarlo despacio y bien acompañados.
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