No obligues a nadie a quererte, mejor oblígalo a irse. Quien insista en quedarse, es quien realmente te quiere. Siempre seremos para alguien, la persona correcta que conocieron en el momento equivocado.

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31 diciembre 2018

THE BEGINNING.(El comienzo)

Hoy, día de año nuevo, haremos lo que todos los años en este día:
Acto de contrición, promesas, nuevos proyectos, buena voluntad, "deberías", retos, metas, dietas, dejar de fumar, ejercicios, horizontes nuevos...etc., etc., etc.
Dibujos perfilados en una consciencia, que al cambiar de año se cree que es una mente nueva, imagina que piensa diferente, que va a ordenar al cuerpo a hacer cosas a las que no está acostumbrado, sin entender nunca que el ser humano es un animal de costumbres, y que los cambios de paso son muy difíciles.
Hoy es un día como otro cualquiera, bueno para hacer todo o no hacer nada, es el principio de un año, como puede ser el de una semana, o el de un mes; el principio de la primavera, o el verano, o del solsticio de invierno; realmente sólo son veinticuatro horas como otras veinticuatro horas cualquiera; eso sí, hasta la mismísima corcha(corcho grande que servía para taponar las tinajas y así mismo para jugar).
Siempre en este día, cuando reviso todo lo que quiero cambiar en el año que entra, se me vienen a la memoria esas sevillanas de 1983 de los Amigos de Gines que decían en su primera  estrofa, y que podría cantarnos nuestra consciencia cada año:
-¡Siempre me dice lo mismo, y "to" los años hace igual!
Es precisamente la conversación de nuestros sueños con nuestra cruda realidad.
Espero que tengáis ganas y suerte para poder colorear alguno de esos apuntes esbozados en la noche de ayer.
Para todos y para mí también: ¡Muchos ánimos!, un año siempre termina el treinta y uno de diciembre.

28 diciembre 2018

MIRADAS DE BUENOS DÍAS.


Hace tiempo me asomé a este blog para hablar de los saludos.
Comentaba que en la calle, de mañana, era difícil que la gente joven te saludara, te diera los buenos días cuando pasaban a tu lado; comentaba que los más mayores sí lo hacían, y era gratificante.
Pero hoy en día, la cosa está cambiando, los mayores, hartos de dar los buenos días todas las mañanas y hastíos de recibir “la callada” por respuesta, poco a poco, día a día están mutando.
De hace un poco de tiempo a esta parte, cada vez que me cruzo con alguna persona mayor, ésta me mira fijamente, desde unos metros antes del llegar al encuentro, tan detenidamente me dirige la mirada, que más bien pareciera que estuviera pidiendo que los saludara.
Le dices:
-Buenos días.
Y rápidamente te contesta con una sonrisa que le ilumina la cara.
La otra mañana probé en mirar y no saludar, la persona a la que le tocó el test, pasó por mi lado, me siguió mirando, y al pasar, bajó la mirada al suelo con ese rictus triste que dibujan en la cara las decepciones.
Si hemos de esperar que nos deseen los buenos días para nosotros hacérselo a los demás, mal vamos.
Si lo que te pide el corazón es desear los buenos días a las gentes que te cruzas en el camino y no lo haces porque lo más probable es que no te contesten, pues no hagas ningún favor, no creas en nadie, no colabores con nada, y así sucesivamente…



SIEMPRE A LOS MISMOS.


El otro día me refirieron una dieta para adelgazar, ahora en estas fechas, y me cuentan que el dietista decía:
-En estas fechas en las que es normal salir a tomar unas cervezas con los amigos o con la familia, lo que podéis tomar es tinto de verano, no muchos, y de comer jamón serrano previa retirada del tocino y marisco, es lo que menos engorda.
Aunque el día 24 y el 31 os dejaré libres para comer de todo sin abusar, el resto de las fechas seguiremos con la dieta establecida.
Esto es un ejemplo de lo mal que lo pasan la gente que tiene poco para gastar, chacina de la mala, de esa que lo que más tiene es tocino, y pan, mucho pan; ahora lo entiendo todo.
Pues eso.
Si hablamos de ropa…
Capas de cebolla con tres o cuatro prendas, que al ser de las más baratas, son de las que menos abrigan, los pudientes, los que pueden, con un buen chaquetón y una buena camisa tienen de sobra, después en casa, calefacción centralizada, etc., etc.
Cuando los menos pudientes compran un coche, normalmente es de segunda o terceras manos, y al poco de usarlo, empiezan las averías y las pegas; en la otra acera, el coche de una gran marca y nuevo de la aguja, ni punto de comparación.
En las enfermedades tampoco hay comparación, cualquier comparación puede resultar odiosa.
Hay un refrán muy cierto que dice:
¡Lo barato dos veces caro!
El problema está en los que no tienen ni casi para lo barato, porque al perro flaco todo se le vuelven pulgas.

25 diciembre 2018

SÍNDROME DE LA SILLA.

Esta noche pasada creo que todos, o si no la mayoría, hemos padecido este síndrome; y no solo por un motivo, sino por muchos.
La silla vacía emerge de entre los recuerdos a cualquier hora de la noche; mientras más reciente haya sido la pérdida, menos tiempo tarda en aparecer la dichosa silla.
Un buen amigo me decía ayer:
- No será la de este año mi mejor nochebuena, ¡Abraza a tu madre!
Le contesté:
Claro amigo, abraza tú a tus hijos como si fueran la tuya, que al final es lo que son.
Esta añoranza, como he dicho antes, es natural, lo innatural sería lo contrario.
Pero creo que hay otras sillas vacías, que son bastantes más dolorosas, o por lo menos igual que las de antes, y son las que estando aquí las personas que las deberían ocupar, no quieren hacerlo; las que cenan como los "pavos" por el simple hecho de cumplir, y salen despavoridos buscando el bar de copas o las copas de la reunión; familia, que por otro motivo, también muy doloroso, no puede acompañarte ocupando esa silla; los que están en hospitales, asilos, también debajo de un puente, en un zaguán, en la entrada de un banco, o en la cárcel; supongo que éstos también deben de tener familia.
Si el devenir de la vida determina que una silla quede vacía para siempre, siempre nos dolerá la nostalgia que ello produce, si bien el tiempo puede aliviarla; ahora, si son ellos o ellas, por su decisión, los que deciden esa ausencia, entonces el síndrome de la silla vacía se transformará en: la rabia de la silla vacía.
Esa, si quiere quien tiene que querer, se puede remediar.

23 diciembre 2018

UNA LLAMADA AL TELÉFONO.

Esta mañana, al despertar con la radio, sonaba esa bonita canción de hace muchos años titulada: "Llora el teléfono" compuesta por Claude François, el mismo que hizo "Comme d´habitude", que después copiaría y reescribiendo una nueva letra Paul Anka, para componer My Way, que cantaba Sinatra, o "A mi manera" como prefiráis.
Llora el teléfono la haría muy popular Doménico Modugno cantando en español, y es cierto que muchas veces el teléfono llora, y sigue llorando.
Hay quien quiere llamar a alguna persona en un momento determinado, pero quien convive con esa persona, no desea que ese alguien hable con él o con ella.
Hoy quiero hacer mención a esos y esas que se la juegan a diario con las llamadas perdidas, esas que suenan, y son atendidas por alguien con quien no deseas hablar y tampoco te hace mucha ilusión que sepa que llamas a quien convive con él o con ella.
A esos padres, a esas madres, a esos hijos y a esos nietos, a esos abuelos, a esos amigos, y a esos enamorados, que con buena fe, hacen la llamada sólo para escuchar un segundo la voz de su amado o amada diciendo: 
-¿Dígame?
Posiblemente, la mayoría de las veces en las que escuchen esta contestación, llorará el teléfono.

ESCALERAS MECÁNICAS.

La escalera mecánica es una escalera inclinada cuyos escalones se mueven hacia arriba y hacia abajo mecánicamente.
Fue ideada en 1897 por Jessi Reno de Nueva York; Charles Seeberger, desarrolló aún más las ideas del anterior, y por fin la compañía Otis (¿os suena de los ascensores?); la Otis Elevator Company usó las ideas de ambos mejorándolas, dando lugar a las escaleras mecánicas que hoy conocemos.
Al principio, cuando las conocí en la antigua "Galerías Preciados" de la Magdalena, me pareció que me iban a engullir al final del trayecto; debía andar con mucho cuidado para pisar en el sitio adecuado para subir; algunos recuerdo que daban un "saltito" para iniciar la subida.
Una mañana, en el metro de Londres, cuando bajaba en las mecánicas para acceder, sentí un empujón en la espalda para incitarme a que me retirara hacia mi derecha; lo hice, y vi pasar a un tipo bajando los escalones de tres en tres a toda velocidad.
- ¡Valiente maleducado, pesé!
Después me enteré que no era él quien no tenía educación, que el maleducado, si había alguno, ese era yo.
Me informaron, cosa que yo desconocía, que cuando montas en una escalera eléctrica, bien sea hacia arriba o hacia abajo, te debes pegar siempre al lado derecho, dejando libre el lado izquierdo, para que por ahí puedan pasar en caso de urgencia.
¡Nunca te acostarás sin saber una cosa más!

¡CUATRO, SOLO CUATRO!

La otra mañana, en mis caminatas "mañaneras", pasé por un centro comercial de Sevilla, uno de esos grandes con supermercado incluido.
En la acera, cerca de la entrada, había seis o siete chicos riéndose a carcajadas limpias, parecía que se estaban divirtiendo en grado sumo; uno voceaba a los cuatro vientos:
- ¡Me han quedado, seis!
- Jajajaja, reían al unísono todos.
- ¡Pues a mí cuatro, sólo cuatro!
Y le contesta es más imbécil de todos:
- Pues tus padres estarán muy contentos, porque a mí me han quedado todas.
De repente se me vinieron a la mente los años del colegio, aquellos días en los que los maestros entregaban los "boletines de notas", esos boletines en los que desde los seis años eras valorado con números y no con palabras o frases.
Cuando el maestro (no profe, ni colega, ni Pepe, ni mierdas) se disponía a entregar los boletines, empezaban a sudarte las manos, ese sudor frío que aparece en las esperas de los momentos importantes; repasabas mentalmente las asignaturas...
-¿Estarán todas bien?
-¿Se me habrá escapado algo?
Cogías el boletín, lo abrías y todo estaba bien, pero no demasiado bien,  como tus padres lo deseaban, después de saber lo que les costaba que pudieras acceder a esos estudios y las privaciones que sufrían para  poder pagarlos.
Los chicos que escuché ayer, no digo que sean malos, ni deslavazados, ni inconscientes, ni siquiera tontos, son imbéciles, y que me perdonen los imbéciles.


QUINTO MANDAMIENTO.

Cualquier niño, cualquier persona, en cualquier cultura, tú mismo; si cortas un trozo de carne, te lo introduces en la boca, lo masticas detenidamente y posteriormente te lo tragas, nadie podrá negar nunca que estás comiendo; puedes comer de dieta, con gula, con moderación, despacio; pero comer, comes.
Tampoco podrá nadie negar, que con una pelota, al tenis, al póquer, al ajedrez, con la vídeo consola, se juega; podrás hacerlo más tiempo, menos tiempo, estar enganchado o hacerlo esporádicamente; pero jugar, juegas.
Pues exactamente igual hay que decir de los que trasgreden el quinto mandamiento.
Lo pueden hacer en una guerra, en defensa propia, con frialdad, con alevosía, en venganza, por miedo, infringirlo a mujeres, a niños, a hombres y ancianos, con violencia de género o con cualquier género de violencia, borrachos, drogadas, enajenados temporalmente, o simplemente porque están así de envenenados o envenenadas.
Podrán tener atenuantes: de modo, forma, estado u ocasión; o también, agravantes por los mismo motivos, pero lo cierto y verdad es que matar, matan.
El nombre para aplicar a esta execrable práctica es "matar"; después la podemos, la pueden o la podrán apellidar cada uno como quiera.

16 diciembre 2018

DIFUMINADO EN LA NIEBLA.


El manto negro se descuelga a cada lado de la cara impidiéndome aún más la visión, ya de por sí bastante mermada; más aún con solo la vista frontal ha sido suficiente para valorar un empeño, un trabajo, una misión, que en un momento determinado fue encomendada a unos amigos y que desde ese tallo, en solo cinco años, ha crecido una palmera realmente extraordinaria.
No han faltado las trabas ni las inclemencias del tiempo, pero dentro de la hermandad, y fuera, hay muchas personas que han dedicado y dedican mucho de su tiempo a que todo salga bien, a pensar cosas nuevas, a construir, a desmontar(mucho más difícil); a controlar, a contar, a pagar, a cobrar, en suma a trabajar para construir un sueño.
Desde que me decidí a probar en este proyecto, y tuvieron la gentileza de aceptarme, he soñado muchas veces con los bancos, con la escalera hacia el presbiterio, con  el patio de los naranjos, con el minarete excelso, y he pensado otras tantas cómo debería ser mi comportamiento, y mi forma de actuar.
Al final me decidí por interactuar con los visitantes, adentrarlos en los juicios, en las sentencias, en los cultos; e interactuar de nuevo en la calle, haciéndonos también miembros de la espera en la entrada.
Y de nuevo vuelvo al negro manto, que hace de marco para recibir a los niños y la niñas; te acercas y se embelesan, he recordado cuando me vestía de Rey Mago en el Banco para repartir los regalos; pocos han tenido miedo, pocos han retrocedido, quizás porque la promesa era que su nombre llegaría a los Reyes Magos.
Me siento feliz de haber aportado mi granito de arena a que todo saliera bien, agradezco a mis compañeros del Sanedrín que me hayan arropado en su seno, y conmino a todos mis amigos a que el año que viene no se lo pierdan.
Esta noche, última noche en esa Belén efímera a veces, milenaria en otras, nos hemos despedido hasta el año que viene; ojalá que el que va a nacer ponga su mano para que eso sea posible; la quinta edición del Belén viviente de la hermandad del Santo Entierro de Sanlúcar la Mayor, se difuminó en una noche húmeda tras la cortina de niebla que arropaba el minarete que se erige en el patio de los naranjos.
El sueño se ha cumplido, esta noche, en la que no se puede ver a más de dos palmos, escribo esto gritando a los cuatro vientos desde el balconcillo del campanario de la torre de San Pedro:
¡Gracias! 
Pero también no he tenido más remedio que gritar:
¡Por favor, hagamos lo posible por recuperar esta iglesia, emblema de esta ciudad!

15 diciembre 2018

ÁNGELES DE LA GUARDA.

En la "angeología" hay varias jerarquías de ángeles; están los serafines, encargados del trono de Dios; los querubines, guardias de la luz y las estrellas; y los tronos, encargados de las relaciones con la humanidad.
Después están los considerados gobernadores del cielo: dominaciones, virtudes y potestades. Y en la última jerarquía, están los principados, guardianes de los países; los arcángeles, dedicados a las áreas de los esfuerzos humanos, y por último los ángeles, que son los más conocidos y comunes y que se dedican a los asuntos de la humanidad, entre ellos se encuentran los ángeles de la guarda.
Todo esto queda muy bonito, pero ninguno de ellos es "tocable", ni siquiera el de la guarda, aunque a veces se pueda notar su presencia a tu lado; a ellos se les reza, se les adora, se les entroniza, e incluso se les sube en un altar.
Pero hay otros ángeles, que sí son visibles, que son de carne y hueso, y a los que muchas, demasiadas veces, no se les echa cuenta, ni se les hace caso y algunos pasan probablemente desapercibidos.
Tus padres y tus abuelos; muchos de ellos están detrás tuya siempre, hasta que pasan a formar parte de la luz, te guardan las espaldas, la salud, el bolsillo y hasta la vida...
¡Y para colmo son hasta Reyes Magos!.
Benditos ángeles de la guarda de carne y hueso; algún día, todos deberemos ser ángeles de la guarda para, los que en un tiempo, lo fueron para nosotros.
Como dice la película del Rey León: Es el ciclo vital.

MAESTROS.

La voz "maestro" proviene del latín (magister), que a su vez deriva de (magis) más, que marca contraste u oposición con su contrapuesto (minister), de (minus) menos.
Rastreando el origen latino de la palabra, tanto en los oficios nobles como en los plebeyos, está presente el concepto (magis) más, dando la idea del nivel más alto, el más alto grado de competencia (magistrado. magistral...). Curiosamente, el (minister), palabra de la que deriva ministro, era el subordinado con menos habilidades y conocimientos.
Cualquiera puede ser maestro en una o varias cosas, solo tiene que tener habilidades para ello, y trabajar arduamente para adquirir la técnica necesaria para desarrollar esa habilidad, además del paso necesario del tiempo. Pero ahora, hay maestros que nos enseñan muchas cosas (google por ejemplo) pero que también tienen la capacidad de equivocar y engañar, por lo que cualquiera que quiera beber de esas fuentes, primero debe aprender a diferenciar las aguas turbias de las claras, y no abrir el grifo y la boca para tragar  sin conocimiento.
Quien quiera aprender, siempre encontrará un maestro.

FAVORES.

Hice, hago y haré los favores que pueda siempre, es mi forma de ser, y ello muchas veces me ha causado problemas.
He hablado con mucha gente para intentar encontrar trabajo a amigos y conocidos que realmente lo estaban pasando mal, y por desgracia para mí, muchos me han echado en cara la dejadez y el poco afán de laboriosidad de los recomendados.
Eso, a parte de ser una falta de profesionalidad enorme por parte de esa persona, denota una carencia total de consideración conmigo, que fui quien dio la cara por él o por ella en un primer momento.
Siempre se ha dicho que mientras que hagas favores eres genial, pero el día que no puedas hacer uno te conviertes en un demonio; pero visto lo de arriba, quizá hacer un favor te cause un problema; supongo que por eso, todos, a los que últimamente les he solicitado el favor de que le dieran trabajo a un familiar directo, han hecho caso omiso.
También a mí, muchos favores me han causado problemas o pérdidas, sobre todo si está de por medio el dinero, y eso te hace aprender a ser cauto en tus decisiones.
La incongruencia, la mala fe, la dejadez y el engaño hacen, que esa cadena tan bonita que puede ser una cadena de favores, se vea irremisiblemente cortada de raíz; y cada vez la gente se crea más que no depende de nadie y que puede ser auto-suficiente.
Pues adelante con los faroles.

12 diciembre 2018

SONES Y RUIDOS.

Hasta un pequeño sonido acompasado y suave puede llegar a ser adorable; pero, como decía el otro día, la crispación está inundando nuestro día a día; y esa crispación produce un brutal ruido a nuestro alrededor que engulle las conversaciones, las sonrisas, los besos, las miradas e incluso la convivencia y la paz.
Y es cierto, que si una maravillosa canción, suena a un volumen desproporcionado cuando buscamos un poco de paz o relajamiento, nos chirría en los oídos.
A veces, muchas veces, no podemos ni hablar en un restaurante, o un bar, a la hora de tomar una copa o una tapa, y pasar un momento de asueto; todos nos empeñamos, y no se porqué, en que nuestra conversación la pueda oír todo el mundo, y así llegan a sonar conversaciones a gritos.
A lo que se pueda hablar en una feria, ni me refiero; todos los músicos y las casetas, y los "cacharritos" con los altavoces a todo volumen, a ver quien puede más, impidiendo el disfrute de una conversación amena y agradable e incluso produciendo ronquera al día siguiente a los que osan intentar mantener una charla.
Si todas las casetas bajaran la música hasta un volumen determinado, si las calesitas también lo hicieran y los grupos musicales, la feria sería menos irritante.
Lo mismo digo donde se reúna gente: en un bar, en un restaurante, en una reunión, en la calle (sobre todo en las puertas de las casas a ciertas horas de la noche); si todos bajáramos un poco el volumen de nuestra conversación, los demás podrán conversar mejor si también reducen el ímpetu de su voz.
Que nuestras voces sean sones y sonidos deliciosos y no ruidos estridentes.









SERVICIOS PÚBLICOS.

Llegará el momento que muchas personas no podrán entrar a hacer sus necesidades en los servicios públicos de los bares, comercios, etc. o tendrán que cambiar la nomenclatura.
La forma de vestir, el pelo, la barba, el aspecto no tiene importancia; pero sí la forma de comportarse; no se guarda respeto por nada ni por nadie, tanto hombres como mujeres, se pintan y deterioran lugares públicos sin el más mínimo recato; se piden a gritos concesiones, modificaciones, respeto sin el más mínimo respeto a los que no piensan como ellos.
Los trepas en los trabajos, tanto unos como otras, escalan posiciones y ascienden sin el más mínimo pudor de pisar a los de alrededor para poder hacerlo.
Andamos por la calle, con la cabeza agachada mirando al móvil y con los auriculares puestos, y no tenemos la mínima vergüenza de dar los buenos días a los que nos cruzamos.
No ayudamos a las personas incapacitadas, mayores y niños, a seguir hacia adelante; nos levantamos con cara de sapo o rana y sembramos la apatía y el refunfuño desde que salimos a la calle.
Chicos que hacen la vida imposible a sus compañeros de colegio, hasta incluso hacerlos llegar al suicidio.
Esos que maltratan a su compañera de vida, a sus hijos; las que maltratan a su compañero.
Por desgracia, cada vez quedan menos señoras y caballeros no en el sentido del sexo ni en la condición sino en la forma de comportarse.
Ninguno de estos y estas podrán entrar en un servicio público si no cambian la nomenclatura retirando los carteles de: SEÑORAS Y CABALLEROS y colocando unos nuevos que digan: PERSONAS Y NO PERSONAS.

PALIMPSESTO.

Se hacen contratos, y se firman; después vienen personas que dicen: Donde dije "digo" ahora digo Diego.
Se prometen cosas delante del altar, para más tarde... "Digo y Diego"
Te piden dinero, te dicen que te pagarán en breve y... "Digo y Diego"
Se presenta un programa electoral, e incluso un discurso de investidura, pero... "Digo y Diego"
Una norma escrita se modifica al gusto y necesidad de algunos, un acuerdo se intenta reescribir para beneficio de otros... "Digo y Diego"
El cambiarse la chaqueta en cualquiera de las posiciones que uno tome en su vida, también es un.. "Digo y Diego"
Ese dicho tan común se puede resumir en una sola palabra, que proviene del griego y significa literalmente: escrito nuevamente.
Palimpsesto, es un manuscrito que conserva huellas de otra escritura anterior en la misma superficie, pero borrada expresamente para dar lugar a la que ahora existe.
Si pensamos un poco, y hacemos un poco de memoria seguro que encontraremos cientos de palimpsestos en nuestra vida diaria.
Este acto sólo sería para mí considerado como bueno si lo que se borrara, si lo que desapareciera de nuestro día a día, fuera todo lo que nos hace daño o hace daño a los demás; todo lo que nos duele o produce dolor a nuestro prójimo; con esas cosas sí sería factible un palimpsesto.
Así que por favor, cojamos una goma, o un bote de "tipex" y guardémoslos en nuestro bolsillo para ir borrando día a día todas esas cosas que dañan y duelen, para poder reescribirlas de nuevo.

QUIEN A HIERRO MATA...

Uno de los que estaban con Jesús, sacó su espada e hirió al sirviente del Sumo Sacerdote cortándole la oreja; Jesús dijo: 
-¡Guarda tu espada, porque el que a hierro mata, a hierro muere.! Mateo C25 V51-52.
Esta frase es bien conocida por todos, al igual que esa que dice: Ojo por ojo y diente por diente; pero estas sentencias, que podríamos llamar la cruz de la moneda, también nos podemos encontrar, y deberíamos encontrarnos con la cara.
Hace unos meses, entré todo lo rápido que pude en el metro centro porque se marchaba; echó a andar, y me dispuse a pasar mi tarjeta de transportes por el escáner para pagar.
- Piiiiií, y el color rojo.
Acerqué mi corta vista a la pantalla, la miré de cerca y esta me informaba que tenía 0,52 céntimos de saldo.
Me dispuse a bajarme en la primera parada, antes de que viniera el revisor y me pudiera sacar los colores, cuando un chico joven, estudiante, me paró con la mano, sacó su tarjeta y la pasó por el lector antes de que llegara el revisor; saqué una monedas para pagarle el viaje y el chico se negó a aceptar mi dinero.
Le dí varias veces las gracias hasta que me apeé en la última parada.
Ayer me llegó la oportunidad de empuñar mi espada; estaba sentado en el primer asiento del autobús de línea, cuando una señora, con un carrito de la compra, entró en el autobús; sacó su tarjeta, y ésta, como a mí en su momento, le pitó y se iluminó en rojo; la señora hurgó en su monedero y sólo encontró un billete de cincuenta euros, para lo que el chófer-cobrador no tenía cambio. Me levanté con mi espada en mano (tarjeta de transporte), y le dije que pasara, que yo me encargaba.
¡Quien con hierro vive, a hierro revive! Y ayer me tocó a mi la resurrección.
¡Por Dios, ya es hora de resucitar!

¡ACHUMARÍA!

Nuestros antepasados, de hace miles de años, ya eran supersticiosos y el acto del estornudo lo tenían catalogado en un baremo que indicaba si era de mayor o menor gravedad, dependiendo del momento, del día y del lugar en el que se producía.
Estaban convencidos que el estornudo era un medio por el que los malos espíritus y las enfermedades podían colarse en nuestro cuerpo, por lo que al escuchar un estornudo los presentes exclamaban cosas como:
- ¡Que Júpiter te conserve!
- ¡Que Zéus te salve!
Esto en el caso de los griegos; y ¡Salve! en caso de los romanos.
Con la llegada del cristianismo la contestación al estornudo se tornó en ¡Jesús!, o ¡Jesús María! que para los pequeños es: ¡ACHUMARÍA!, todo para protegernos de los malos hados de los estornudos.
Dada la mutación peligrosa que está tomando nuestra existencia, las personas de buena fe vamos a tener que llevar siempre en nuestra boca esta expresión.
Si navegamos en la violencia: ¡Jesús María!
Si entramos en campaña electoral: ¡Jesús María!
Si tenemos que manejar dinero, prestarlo, pedirlo prestado, o solo comprar: ¡Jesús María!
Si entramos en las redes sociales: ¡Jesús María!
Si leemos, vemos o escuchamos las noticias día a día: ¡Jesús María!
Si hablan de nosotros por la espalda, o nos miran por encima del hombro: ¡Jesús María!
Si etc., etc...
¡JESÚS MARÍA!
Como siga la cosa como va, si proseguimos nadando en el desconcierto, la "maleducancia", el ansia de poder, y el consumo extremo, a Jesús y María, desgraciadamente, acabaremos borrándole el nombre.



































08 diciembre 2018

EL HUEVO O LA GALLINA.

Una de las primeras referencias al inmortal dilema del "huevo y la gallina" aparece en la obra del filósofo griego Aristóteles; quien afirmaba, que lo actual es siempre anterior a lo potencial, y por tanto, el hombre precede siempre al esperma, o lo que es lo mismo, la gallina precede al huevo. Plutarco también se preguntaba lo mismo en sus ensayos.
Viendo la deriva de nuestra sociedad en los últimos tiempos, me he de referir de nuevo al huevo y la gallina...
Hay una crispación insoportable en todos los ámbitos donde nos movemos actualmente, una crispación que a veces raya en violencia, y que no sabemos qué fue primero, si los políticos o el pueblo los que han iniciado esta espiral que convulsiona todo lo que roza.
En este caso, y siguiendo las enseñanzas de Aristóteles, me pregunto:  ¿De dónde emana esta crispación continua que nos invade?.
Si cualquier niño de hace unas décadas, lo único que ha observado en la televisión, la radio, la prensa o en el día a día de su localidad, es esa escalera, peldaño a peldaño, de crispamiento, y además alimentado con programas basura que lo ceban continuamente, nuestra sociedad, nuestra convivencia en casa, en el colegio, en el trabajo, en la calle, en la reunión de amigos cada vez está mucho más crispada.
Y como dije antes, el siguiente piso de la crispación, es la violencia, y muchos ya han subido a él.

BAILANDO.

Al terminar la guerra civil estadounidense John Dunbar crea una estrategia no violenta de acercamiento a los indios sioux. Los indígenas encuentran curiosa la amistad de Dunbar con un lobo y terminan entablando una relación con él.
Esta es una pequeña sinopsis de la película de Kevin Costner del año 1990: Bailando con lobos.
Se me ha venido a la mente el título de este film al escuchar tantas y tantas sandeces como las que escucho al cabo del día; en la radio por la mañana, en la calle, en la radio y televisión a medio día, en la prensa, por la noche, en las redes sociales.
Cuando alguien, y me incluyo, habla, dice, opina, sentencia, acusa, comparte, "retuitea", o simplemente copia y pega; sin la menor idea de lo que hace, sin informarse, sin leer, sin consultar, sin estar al corriente de lo que habla, me acuerdo de esta película.
Esto se está convirtiendo irremisiblemente en un baile siniestro que no sabemos a dónde nos va a llevar, y lo peor de todo, es que seguimos bailando, y bailando y bailando.
Pero esta danza no es con los lobos, que son los que nos instigan a bailar, es un baile con bobos; a donde nos quieren llevar y a lo que vamos acercándonos poco a poco, sin remisión;  y perdón por la osadía.

27 noviembre 2018

NUGATORIO.


La mayoría nos creamos esperanzas en nuestra vida que en un momento determinado no se cristalizan, esas esperanzas que vuelan de un lado a otro de nuestros sentimientos y que en un momento determinado tenemos que desecharlas por la imposibilidad de su realización, aunque se diga que la esperanza es lo último que se pierde.
Nos esperanzamos por muchas cosas, desde pequeños, vivimos nadando en esperanzas, y sobre todo cuando las dificultades nos asedian; en estado de ánimo, en el colegio, con los exámenes, en el trabajo, con tu pareja, con tus hijos, con una enfermedad, y así en cualquier estrato de nuestra existencia.
Ayer se celebraron unas nuevas elecciones en nuestra comunidad, una como otra de tantas desde que se constituyó la autonomía en 1981, al amparo del artículo segundo de la constitución española de 1978.
Esta palabra me apareció en un crucigrama precisamente cuando le quería ceder el periódico a un vecino de desayuno, y éste me decía:
-      Me estoy desintoxicando de la prensa, de las noticias, porque siempre cuentan las mismas tramas y engaños políticos, cuando no es uno, es otro.
Y entonces descubrí este vocablo.
Nugatorio/a proviene del latín “nugatorius” igual a fútil; Es un adjetivo que se refiere a la burla de una esperanza concebida o el juicio que se había hecho de algo o de alguien; también puede significar: chasco, decepción o engaño.
Por eso espero que a quien definitivamente le corresponda dirigir los destinos de esta comunidad, a la que uno de mis abuelos llegó desde Valencia hace ya casi ochenta años, y que corre sin remisión por mis venas, le suplico que no sea nugatorio, o nugatoria; y en este caso si cabe el desdoblamiento de masculino y femenino desaconsejado en repetidas ocasiones por la R.A.E. (Real academia española de la lengua).


LAS CADENAS DE LA CATEDRAL.


Cuando todos y cada uno de nosotros conoció la catedral de Sevilla nos preguntábamos una cosa: ¿Qué significan esas columnas y esas cadenas alrededor de la catedral?
La explicación la tenemos en el asilo en sagrado (del griego “sylos”, seguro)
Acogerse a sagrado era una ley pre-medieval, por la cual, cualquier perseguido por la justicia podía acogerse a la protección de iglesias y monasterios. Se basaba en el concepto jurídico de que cualquier oprimido por las leyes de su país podía ser protegido por la autoridad religiosa, derivado de la antigua costumbre de la hospitalidad.
Las cadenas, encastradas en las columnas que bordean la seo sevillano marcaban el límite de la jurisdicción de la iglesia, por lo que los perseguidos, una vez pasaban las cadenas no podían ser capturados por la ley, porque ésta no las podía rebasar.
Esa legislación, por lo visto, se sigue aplicando en nuestros días en los Países Bajos; en la iglesia protestante de Bethel en La Haya, desde finales de octubre se encuentran asilados los Tamrazyan, una familia armenia que abandonó su país por motivos políticos solicitando asilo en las Países Bajos, y estando en trámite su concesión.
Pues bien, en esa iglesia, y dado que en ese país la policía no puede entrar en ninguna iglesia mientras se esté produciendo un acto de culto, han emprendido desde que llegaron los refugiados unos servicios religiosos que duran ya casi un mes ininterrumpidamente para precisamente impedir que los policías puedan entrar a detener a los expatriados.
No deja de ser curioso que después de diecisiete siglos (el asilo a sagrado se instauró aproximadamente a principios del siglo IV) esta ley, abolida a finales del XX, tenga ese resquicio en los Países Bajos que pueda, de momento, asilar a la familia Tamrazyan.
Si siguiera existiendo esa norma por aquí, la distancia que separa las cadenas del muro de la catedral estaría “abarrotá” como decían los simpáticos Pulga y Linterna.





22 noviembre 2018

UN JARDÍN EXTRAORDINARIO.

En todos los parterres de flores, en todos los jardines terrestres sembramos bellas flores: rosas, gardenias, claveles, gladiolos, geranios, damas de noche, jazmines, etc.
Muchos tenemos pequeños vergeles en casa, bien en arriates, bien en macetas, o en pocas ocasiones en el mismo suelo del patio o la entrada.
Las flores son belleza, perfuman nuestra casa y llenan de color nuestras estancia; no obstante, en la tierra donde están sembradas también nacen malas hierbas, forrajes que se aprovechan de los nutrientes del abono que utilizamos para alimentar a nuestras plantas, y que beben también del agua con la que las regamos.
Cuidar un jardín genera un arduo trabajo para que luzca con belleza ante tí y ante los que te visiten: podar de vez en cuando las ramas para que no crezcan más de lo debido y así se puedan considerar más humildes, desdeñar las malas hierbas que desangran la buena savia cortándolas a ras de tierra, y si fuera posible, arrancándolas de cuajo.
Si tienes la suerte de que alguien tenga la sensibilidad suficiente para regalarte una planta para tu jardín, y que encima tenga la delicadeza de sembrártela, seguramente esa será a la que más aprecio le tengas, la que más cuides, la que jamás quisieras que se marchitara; algunas tendrán nuevos brotes que seguirán plantados en tu jardín.
Si lo abandonas, si lo dejas, si echas veneno, si se asola, se secará y será muy difícil que recupere su belleza.
Todos tenemos un jardín extraordinario dentro de nosotros, un jardín en el que es mucho más hermoso sembrar a diario agradables  experiencias, bellos comportamientos, lindos amores, y bonitos sentimientos; teniendo siempre presente que, en cuanto notemos que las malas hierbas afloran tenemos que quitarlas lo más rápidamente posible.
Ese jardín está oculto siempre en nuestro corazón literalmente, pero a la vez, expuesto a la intemperie exterior según nuestros actos. Algunas veces entramos en las casas sin mirar a las flores y sin ni siquiera olerlas.
- ¿De qué sirve tener un  buen jardín, si ya nadie se fija en eso?.
Como dirían en Jesucristo Superstar: ¡Helo ahí!.



































































20 noviembre 2018

FAR WEST.


He visto una película de “pistoleros”; bueno, en la tele, porque a diario el far west se hace presente en cualquiera de los resquicios del día en el que vivimos.
Todos son disparos continuos, sin balas, pero a la postre disparos; se dicen improperios, mentiras, bulos, promesas vanas, y se devuelven iguales o incluso haciendo más daño, depende a donde te den las balas.
Intentas hacer algo y te disparan ráfagas a las piernas para que caigas y no tengas la oportunidad de levantarte más; te acribillan incluso con las mismas balas con las que tú acribillaste anteriormente a tu adversario.
En la película, había un cowboy que era súper rápido, no había quien lo pudiera tirar en un duelo; incluso una vez que le sacaron una pistola habiendo entregado él la suya se defendió con una patada en la mesa, y además, vestía de blanco.
Era el más temido del poblado, pero…
Un día llegó un viajero que vestía de negro, y que lo retó; acabó con él de un tiro en la frente, y el nuevo matón vistió desde entonces de negro.
Pues por aquí, fuera de la televisión tres cuartos de lo mismo.
Muchos  y muchas van empavonados con sus revólveres orales disparando a diestro y siniestro, creyendo que son los mejores; disparan sin sentido, y muchas, muchas veces al aire a ver a quién pillan.
A todos éstos y éstas que se creen superiores, más rápidos y más certeros, y que denigran a los que son, en teoría,  menos rápidos que ellos, solo  decirles que:
-      En el Far West en el que diariamente vivimos, no te vanaglories de tu habilidad porque siempre podrá aparecer alguien más capaz que tú.
Ah, y otra cosa, también te pueden disparar por la espalda.




UNA ASIGNATURA QUE NO ENSEÑAN.


Desde que tenemos uso de razón todo lo que hacemos en nuestra vida es aprender, un aprendizaje continuo que se inicia cuando nuestro corazón empieza a latir.
El latido, la respiración, el llanto como primeros conceptos; a mamar, a balbucear, a dormir, a tomar de un biberón, a comer con cuchara, a articular fonemas o vocablos, a emitir palabras, a gatear, a dar pasos hasta llegar a andar.
Y sigue nuestra vida, y seguimos asimilando cosas.
Toda la que ha tenido un hijo seguramente podrá relatar detalladamente todo lo que su hijo o hija ha ido conociendo paulatinamente en el transcurso de su infancia.
Después viene la guardería con sus colores, su música, su relación con los demás; el colegio, con sus matemáticas, lengua, etc.
Y el instituto, la universidad, y la pandilla, y la relación con los amigos, con los miembros del otro sexo, y en el trabajo; siempre, continuamente aprendiendo.
Pues bien, hay una enseñanza que en un momento de la vida nos va a hacer muchísima falta y que nada ni nadie nos la enseña, una materia que no hay ningún sitio donde cultivarla, una asignatura que es obligatoria para todos, pero que no la podemos aprender con el uso, toda vez que quizá solo la veremos una vez.
Me refiero a aprender a morir.
Desde pequeños, retiran a los niños de las casas donde llega la señora de negro, para que, según dicen, no sufran.
Considero que deberían incluir de pequeños en nuestras enseñanzas cómo morir con la mayor paz posible; posiblemente, si tuviéramos consciencia desde pequeños que nos vamos, más tarde o más temprano, otro gallo nos cantaría.














UN SEGUNDO EN TU DESTINO.


Mi hijo me refirió un día un pensamiento que tengo siempre presente, me hablaba de un segundo, una fracción mínima de tiempo en la que tomas una decisión, más o menos trascendente, y que cambia para siempre tu recorrido por esta vida.
Y cada vez que me acuerdo se me viene a la mente un suceso de hace muchos, muchos años, cuando de niño jugábamos en la barranca, en el camino viejo, a tirar piedras hacia abajo; en un momento fuimos a tirar una bastante gorda, hizo falta la colaboración de más de uno; en un segundo,  no se quien, tomo de la decisión de gritar sin saber si había alguien abajo:
-      ¡Piedra va, si hay alguien que se esconda!.
Después de rodar por la barranca y estrellarse y destrozarse en el fondo, emergió de debajo de un risco de la barranca un amigo que había bajado y chilló:
-      ¡“Quillo”, que me vais a matar!.
Menos mal que se nos ocurrió avisar, si no, no se que hubiera pasado.
Hoy, he leído un recuerdo que me viene a corroborar la frase; me refiero al atentado sobre los abogados laboralistas del 24 de enero de 1977 donde fueron asesinados cinco abogaos e hirieron a otros cuatro, todo ello en el número 55 de la calle Atocha de Madrid; pues bien, si Manuela Carmena no le hubiera cedido a Luis Javier Benavides su despacho para una reunión, posiblemente ahora mismo no sería la Alcaldesa de Madrid, y posiblemente ni fuera.
Toda decisión tomada en un momento dado tiene sus consecuencias para tu vida y para los que la comparten contigo, deberíamos tener mucho en cuenta las decisiones que tomamos, incluso con nuestra propia existencia, porque normalmente determinará cambios, y a veces muy importantes en la vida de los demás.
Y tener siempre constancia que un segundo de tu vida, puede cambian la tuya y la de muchos, y si no…
¿Qué sería del mundo si algún cafre tomara la decisión de  pulsar el botón “rojo” de los misiles nucleares?
Mejor ni pensarlo.




19 noviembre 2018

AHORA SÍ, AHORA NO...

Esta coletilla cada vez se hace más habitual en nuestra existencia, en nuestra vida común, en nuestro día a día; está intoxicando progresivamente todo tipo de ambiente social, político, religioso, amistoso, familiar, de pareja, entre padres e hijos...
No es de recibo reclamar honestidad en los que nos venden, siendo nosotros unos engañifas en nuestro comercio.
No ha de ser honesto copiar en clase y después tapar tus escritos para que no te copien.
No es íntegro ir a la iglesia o rezar todos los días y hacer daño continuamente a tus congéneres.
No es digno reclamar una cosa o una actuación cuando se está en la oposición y no hacerla cuando se llega al poder.
No es honrado querer a una persona para momentos determinados felices y denostarla en los instantes duros.
Es impresentable recibir las felicitaciones de tu jefe cuando tú no has trabajado nada.
No es justo llamar sólo a tus padres cuando necesitas algo de ellos, y después...si te he visto no me acuerdo.
Cuando haces favores a diestro y siniestro aparecen miles de amigos, que después se esfuman, que ya no lo son cuando los necesitas tú.
No es de recibo dar mentiras y pretender recibir verdades.
Creo que no se puede actuar con una moralidad o comportamiento catalogado como: "que a mí me venga bien"; no se puede tener siempre el ancho del embudo, y tampoco puede tener cada uno una religión según le venga bien.
No debemos cualificarnos como Dioses, que en un momento pueden decir: Ahora sí, y estás vivo; ahora no, y ya estás muerto.







18 noviembre 2018

"BOTACIONES".

No, no he cometido una falta de ortografía inconscientemente,  lo he hecho con toda la intención del mundo.
Soy partidario de las listas abiertas para la elección de nuestros representantes, de los que nos gobiernen, de todos los partidos políticos juntos así como los que se presenten independientemente en esa alista. 
Por poner un ejemplo y si ningún tipo de animo.
Si creemos que cierta persona es coherente, apta y capaz de gobernar, ¿por qué hay que votar a todos los que van en la lista del partido, si hay uno o muchos de los que no nos lo creemos?
Eso sería en las votaciones, que deberían ser cada seis años por lo menos; eso sí, cada dos años, o anualmente si me apuráis, deberíamos "botar" para establecer una moción de confianza a los que en su momento salieron electos.
En ese acceso a las urnas nos deberíamos acercar al colegio para botar, para botar a los que no lo hayan hecho bien, y que accediera al parlamento el siguiente de la lista.
Botar desde el primero hasta el último, sin ningún tipo de pudor; como hacen en las empresas, si en un período la evolución del trabajador no es del gusto del empresario, si su producción es ridícula a lo que prometió en la entrevista de trabajo, si miente, si desprestigia a los compañeros, el empresario tiene la cualidad de poderlo despedir, de botarlo.
Si un entrenador de fútbol no lo hace bien, al paro; si un futbolista no rinde los necesario al banquillo, y como dicen mis admirados goma espuma:
- Y así sucesivamente, hasta llegar a los que nos representan, a ver si algún día tenemos una oportunidad para poder botar.



COMPARANDO.

La mayoría de todos nosotros pasamos casi una vida comparando, lo comparamos todo y nos comparamos con todo; esa comparación extrema creo que nos convierte a diario en unos autómatas.
Desde que tenemos uso de razón nos comparamos con alguien; ese niño sabe más que yo, ¿pero de qué?
Cuando somos un poco mayores vemos en los demás la forma en que vestirnos, la manera de peinarnos, los zapatos, el chaquetón o la sudadera, e incluso los calzoncillos, que aunque no se vean, se comentan y también se comparan.
De adolescentes comparan su móvil, juegos de play, su bicicleta, su mochila, su patinete, absolutamente todo es comparable.
Nos comparamos con nuestros compañeros de trabajo, con nuestras compañeras de vida, con el vecino, con una conocida, pero lamentablemente nunca nos intentamos comparar con nuestra conciencia.
De jóvenes, de mayores, de adultos, de ancianos, todos comparamos, estamos eternamente comparando y si no...
-¿María, tú cuanto cobras de pensión?
-Yo 650 euros.
-¿Y eso cómo va a ser si yo cobro menos?
Extracto de conversación de dos mujeres mayores de ochenta años.
Admiro muy mucho a todos los que no se comparan con nadie; hace años una amiga me confesó:
-Si quieres ser auténtico, muéstrate tal cual eres, no te compares con nadie porque nadie se puede comparar contigo.
Desde que tomé la decisión de no compararme o de intentar no compararme con nadie, la verdad es que soy mas dichoso, porque todas las comparaciones siempre fueron odiosas.






16 noviembre 2018

EL WÁTER.


Una foto de un wáter el otro día me inspiró esta reflexión; el wáter en cuestión tenía dos dibujos de esos que tienen los móviles de un altavoz; uno con rayitas indicando que está emitiendo sonidos, y otro con una línea gruesa tachándolo, lo que indicaba que estaba en silencio.
El primero estaba dibujado al fondo del agua que rellena el sifón del inodoro, y el otro, fuera del agua, en las paredes del wáter.
El primero: Mear haciendo ruido, y el segundo: mear en silencio.
Pues en esta vida, todo lo que hacemos al igual que mear, se puede realizar de las dos formas, a voces o en silencio.
Somos muchas personas los que expresamos sobre todo: las penas, los sufrimientos y los dolores, con el altavoz abierto; y otros, los menos, con la bocina tachada, y esos para mí, son admirables.
Las personas que afrontan sus sufrimientos en silencio, sin aspavientos, sin necesidad de dar cuartos al pregonero tienen todo mi reconocimiento, porque entiendo que tiene que ser difícil, viendo lo que vemos a menudo por estos mundos de Dios.
Siempre se ha oído el refrán de:
¡Perro ladrador, poco mordedor!
Quizás los que aguantan en silencio: la enfermedad, el daño, la vergüenza, el sufrimiento o el dolor sean más duros que los que van proclamando a los cuatro vientos sus pesares.
Eso se puede aplicar a cualquier estrato de nuestra vida, muchos de los que dicen que van a hacer, jamás lo hacen; los que trabajan en silencio, siempre alcanzan más objetivos que los que proclaman que los van a lograr.
Y además de todo esto, hay un refrán que se está aplicando diariamente, y que ni lo uno, ni lo otro:
¡Al que quiera saber, mentiras a él!
Como decíamos antiguamente, va a ver que tirar de la cisterna; bueno, de la cadena de la cisterna.