Cuando
todos y cada uno de nosotros conoció la catedral de Sevilla nos preguntábamos
una cosa: ¿Qué significan esas columnas y esas cadenas alrededor de la
catedral?
La
explicación la tenemos en el asilo en sagrado (del griego “sylos”, seguro)
Acogerse
a sagrado era una ley pre-medieval, por la cual, cualquier perseguido por la
justicia podía acogerse a la protección de iglesias y monasterios. Se basaba en
el concepto jurídico de que cualquier oprimido por las leyes de su país podía ser
protegido por la autoridad religiosa, derivado de la antigua costumbre de la
hospitalidad.
Las
cadenas, encastradas en las columnas que bordean la seo sevillano marcaban el
límite de la jurisdicción de la iglesia, por lo que los perseguidos, una vez
pasaban las cadenas no podían ser capturados por la ley, porque ésta no las
podía rebasar.
Esa
legislación, por lo visto, se sigue aplicando en nuestros días en los Países
Bajos; en la iglesia protestante de Bethel en La Haya, desde finales de octubre se encuentran
asilados los Tamrazyan, una familia armenia que abandonó su país por motivos
políticos solicitando asilo en las Países Bajos, y estando en trámite su concesión.
Pues
bien, en esa iglesia, y dado que en ese país la policía no puede entrar en
ninguna iglesia mientras se esté produciendo un acto de culto, han emprendido
desde que llegaron los refugiados unos servicios religiosos que duran ya casi
un mes ininterrumpidamente para precisamente impedir que los policías puedan entrar
a detener a los expatriados.
No
deja de ser curioso que después de diecisiete siglos (el asilo a sagrado se
instauró aproximadamente a principios del siglo IV) esta ley, abolida a finales
del XX, tenga ese resquicio en los Países Bajos que pueda, de momento, asilar a
la familia Tamrazyan.
Si
siguiera existiendo esa norma por aquí, la distancia que separa las cadenas del
muro de la catedral estaría “abarrotá” como decían los simpáticos Pulga y
Linterna.
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