No obligues a nadie a quererte, mejor oblĂ­galo a irse. Quien insista en quedarse, es quien realmente te quiere. Siempre seremos para alguien, la persona correcta que conocieron en el momento equivocado.

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22 noviembre 2018

UN JARDÍN EXTRAORDINARIO.

En todos los parterres de flores, en todos los jardines terrestres sembramos bellas flores: rosas, gardenias, claveles, gladiolos, geranios, damas de noche, jazmines, etc.
Muchos tenemos pequeños vergeles en casa, bien en arriates, bien en macetas, o en pocas ocasiones en el mismo suelo del patio o la entrada.
Las flores son belleza, perfuman nuestra casa y llenan de color nuestras estancia; no obstante, en la tierra donde estån sembradas también nacen malas hierbas, forrajes que se aprovechan de los nutrientes del abono que utilizamos para alimentar a nuestras plantas, y que beben también del agua con la que las regamos.
Cuidar un jardín genera un arduo trabajo para que luzca con belleza ante tí y ante los que te visiten: podar de vez en cuando las ramas para que no crezcan mås de lo debido y así se puedan considerar mås humildes, desdeñar las malas hierbas que desangran la buena savia cortåndolas a ras de tierra, y si fuera posible, arrancåndolas de cuajo.
Si tienes la suerte de que alguien tenga la sensibilidad suficiente para regalarte una planta para tu jardĂ­n, y que encima tenga la delicadeza de sembrĂĄrtela, seguramente esa serĂĄ a la que mĂĄs aprecio le tengas, la que mĂĄs cuides, la que jamĂĄs quisieras que se marchitara; algunas tendrĂĄn nuevos brotes que seguirĂĄn plantados en tu jardĂ­n.
Si lo abandonas, si lo dejas, si echas veneno, si se asola, se secarĂĄ y serĂĄ muy difĂ­cil que recupere su belleza.
Todos tenemos un jardĂ­n extraordinario dentro de nosotros, un jardĂ­n en el que es mucho mĂĄs hermoso sembrar a diario agradables  experiencias, bellos comportamientos, lindos amores, y bonitos sentimientos; teniendo siempre presente que, en cuanto notemos que las malas hierbas afloran tenemos que quitarlas lo mĂĄs rĂĄpidamente posible.
Ese jardĂ­n estĂĄ oculto siempre en nuestro corazĂłn literalmente, pero a la vez, expuesto a la intemperie exterior segĂșn nuestros actos. Algunas veces entramos en las casas sin mirar a las flores y sin ni siquiera olerlas.
- ¿De quĂ© sirve tener un  buen jardĂ­n, si ya nadie se fija en eso?.
Como dirĂ­an en Jesucristo Superstar: ¡Helo ahĂ­!.



































































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