Esta coletilla cada vez se hace mĂĄs habitual en nuestra existencia, en nuestra vida comĂșn, en nuestro dĂa a dĂa; estĂĄ intoxicando progresivamente todo tipo de ambiente social, polĂtico, religioso, amistoso, familiar, de pareja, entre padres e hijos...
No es de recibo reclamar honestidad en los que nos venden, siendo nosotros unos engañifas en nuestro comercio.
No ha de ser honesto copiar en clase y después tapar tus escritos para que no te copien.
No es Ăntegro ir a la iglesia o rezar todos los dĂas y hacer daño continuamente a tus congĂ©neres.
No es digno reclamar una cosa o una actuaciĂłn cuando se estĂĄ en la oposiciĂłn y no hacerla cuando se llega al poder.
No es honrado querer a una persona para momentos determinados felices y denostarla en los instantes duros.
Es impresentable recibir las felicitaciones de tu jefe cuando tĂș no has trabajado nada.
Es impresentable recibir las felicitaciones de tu jefe cuando tĂș no has trabajado nada.
No es justo llamar sólo a tus padres cuando necesitas algo de ellos, y después...si te he visto no me acuerdo.
Cuando haces favores a diestro y siniestro aparecen miles de amigos, que despuĂ©s se esfuman, que ya no lo son cuando los necesitas tĂș.
No es de recibo dar mentiras y pretender recibir verdades.
Creo que no se puede actuar con una moralidad o comportamiento catalogado como: "que a mĂ me venga bien"; no se puede tener siempre el ancho del embudo, y tampoco puede tener cada uno una religiĂłn segĂșn le venga bien.
Creo que no se puede actuar con una moralidad o comportamiento catalogado como: "que a mĂ me venga bien"; no se puede tener siempre el ancho del embudo, y tampoco puede tener cada uno una religiĂłn segĂșn le venga bien.
No debemos cualificarnos como Dioses, que en un momento pueden decir: Ahora sĂ, y estĂĄs vivo; ahora no, y ya estĂĄs muerto.
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