Como
no podĂa ser de otra forma, una de las primeras composiciones musicales de la
historia que se conservan corresponde a una canciĂłn de buenos deseos hacia una
esposa fallecida.
Es
la composiciĂłn completa mĂĄs antigua conservada y es parte de una inscripciĂłn
griega escrita en una columna de mĂĄrmol, puesta sobre la tumba que habĂa hecho
construir SĂcilo para su esposa Euterpe, cerca de Trales, actual Aydin, a
treinta kilĂłmetros de Ăfeso, patria a la sazĂłn, de San Juan el Evangelista. (No
confundir con Juan el zebedeo que fue el discĂpulo); El epitafio de SĂcilo.
El
autor es anĂłnimo, pero quedĂł escrita en esa piedra que encontraron como reposa-
maceta en casa de una mujer del pueblo.
El
texto dice mĂĄs o menos asĂ:
“Mientras vivas,
brilla; no sufras por nada en absoluto. La vida dura poco, y el tiempo exige su
tributo.”
Haciendo
mĂas esas palabras, mientras estemos vivos o mientras que nos mantengan vivos
los recuerdos de los que nos amaron, nuestra luz brillarĂĄ y seguirĂĄ brillando;
deberĂamos no sufrir por nada en absoluto, sobre todo por las cosas inĂștiles
por las que lo hacemos; y lo mĂĄs cierto de la inscripciĂłn: que la vida es
corta, incluso para algunos demasiado corta, un suspiro en casos; y que todo el
tiempo que pases aquĂ en la tierra exige un tributo, ademĂĄs de los impuestos
vecinales, locales, autonĂłmicos, nacionales europeos y mundiales; estĂĄn el
trabajo, la mala salud, el desgaste de tu cuerpo, el sufrimiento, los
accidentes, y muchas mĂĄs cosas que componen el tributo que hemos de pagar por
vivir.
Hay
muchos que quieren pagar muchos impuestos, porque es señal de que ganan mucho
dinero; pues en la vida, deberĂamos cobrar mucho en sonrisas, en buenos
momentos, en ratos felices, en triunfos, en besos, en amor, en abrazos, para
asĂ poder pagar, como todo buen
ciudadano, nuestros tributos de vida.
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