Esta
es una coletilla demasiado usada para echar balones fuera, para evadir
responsabilidades, para quitarse el polvo de los errores de la ropa.
Recuerdo
que una vez tuve un jefe, al que sigo admirando, que cuando yo no sabĂa hacer
una cosa me decĂa:
-
TĂș,
cógete la normativa, te la lees detenidamente, y después lo haces; y si ves que
no alcanzas a ello, entonces me lo dices, para que nunca puedas aplicar a un
error el “yo no sabĂa”.
Y
efectivamente, es asĂ; si no sabemos hacer una cosa, o desconocemos las consecuencias
que pueden acarrear esa actuaciĂłn o decisiĂłn, antes de hacer nada: estudiemos,
preguntemos, indaguemos, fijĂ©monos, y si me llevas al mĂĄximo extremo, ¡copiemos!;
es muy fĂĄcil, dirĂa que demasiado fĂĄcil evadir nuestras responsabilidades con
el: yo no sabĂa…
He
chocado de frente con un vehĂculo, yo no sabĂa que no se podĂa conducir por la
izquierda. ¿Alguno nos podemos imaginar esta respuesta?
Pues
asĂ deberĂa de ser todo.
Cada
uno debemos sobrellevar nuestros errores, nuestras equivocaciones, nuestros
fracasos, y jamĂĄs evadir nuestras responsabilidades, y mĂĄs si esos errores son
por falta de aplicaciĂłn, conocimiento, dedicaciĂłn o simplemente de atenciĂłn.
Pero
hay algunos que son todavĂa mĂĄs torpes, mĂĄs zoquetes, mĂĄs burros, y son los que
aĂșn, advirtiĂ©ndolos de las consecuencias nefastas que pueden traer su decisiĂłn,
persisten en el camino equivocado; y despuĂ©s con decir: Yo no sabĂa…
Pues llegarĂĄ un momento en que lo sabrĂĄn, digo que lo sabrĂĄn.
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