Mi
hijo me refirió un día un pensamiento que tengo siempre presente, me hablaba de
un segundo, una fracción mínima de tiempo en la que tomas una decisión, más o
menos trascendente, y que cambia para siempre tu recorrido por esta vida.
Y
cada vez que me acuerdo se me viene a la mente un suceso de hace muchos, muchos
años, cuando de niño jugábamos en la barranca, en el camino viejo, a tirar
piedras hacia abajo; en un momento fuimos a tirar una bastante gorda, hizo
falta la colaboración de más de uno; en un segundo, no se quien, tomo de la decisión de gritar sin
saber si había alguien abajo:
-
¡Piedra
va, si hay alguien que se esconda!.
Después
de rodar por la barranca y estrellarse y destrozarse en el fondo, emergió de
debajo de un risco de la barranca un amigo que había bajado y chilló:
-
¡“Quillo”,
que me vais a matar!.
Menos
mal que se nos ocurrió avisar, si no, no se que hubiera pasado.
Hoy,
he leído un recuerdo que me viene a corroborar la frase; me refiero al atentado
sobre los abogados laboralistas del 24 de enero de 1977 donde fueron asesinados
cinco abogaos e hirieron a otros cuatro, todo ello en el número 55 de la calle
Atocha de Madrid; pues bien, si Manuela Carmena no le hubiera cedido a Luis
Javier Benavides su despacho para una reunión, posiblemente ahora mismo no sería
la Alcaldesa de Madrid, y posiblemente ni fuera.
Toda
decisión tomada en un momento dado tiene sus consecuencias para tu vida y para
los que la comparten contigo, deberíamos tener mucho en cuenta las decisiones
que tomamos, incluso con nuestra propia existencia, porque normalmente determinará
cambios, y a veces muy importantes en la vida de los demás.
Y
tener siempre constancia que un segundo de tu vida, puede cambian la tuya y la
de muchos, y si no…
¿Qué
sería del mundo si algún cafre tomara la decisión de pulsar el botón “rojo” de los misiles
nucleares?
Mejor
ni pensarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario