La mayor铆a de todos nosotros pasamos casi una vida comparando, lo comparamos todo y nos comparamos con todo; esa comparaci贸n extrema creo que nos convierte a diario en unos aut贸matas.
Desde que tenemos uso de raz贸n nos comparamos con alguien; ese ni帽o sabe m谩s que yo, ¿pero de qu茅?
Cuando somos un poco mayores vemos en los dem谩s la forma en que vestirnos, la manera de peinarnos, los zapatos, el chaquet贸n o la sudadera, e incluso los calzoncillos, que aunque no se vean, se comentan y tambi茅n se comparan.
De adolescentes comparan su m贸vil, juegos de play, su bicicleta, su mochila, su patinete, absolutamente todo es comparable.
Nos comparamos con nuestros compa帽eros de trabajo, con nuestras compa帽eras de vida, con el vecino, con una conocida, pero lamentablemente nunca nos intentamos comparar con nuestra conciencia.
De j贸venes, de mayores, de adultos, de ancianos, todos comparamos, estamos eternamente comparando y si no...
-¿Mar铆a, t煤 cuanto cobras de pensi贸n?
-Yo 650 euros.
-¿Y eso c贸mo va a ser si yo cobro menos?
Extracto de conversaci贸n de dos mujeres mayores de ochenta a帽os.
Admiro muy mucho a todos los que no se comparan con nadie; hace a帽os una amiga me confes贸:
-Si quieres ser aut茅ntico, mu茅strate tal cual eres, no te compares con nadie porque nadie se puede comparar contigo.
Desde que tom茅 la decisi贸n de no compararme o de intentar no compararme con nadie, la verdad es que soy mas dichoso, porque todas las comparaciones siempre fueron odiosas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario