He visto una película de “pistoleros”; bueno, en la tele,
porque a diario el far west se hace presente en cualquiera de los resquicios
del día en el que vivimos.
Todos
son disparos continuos, sin balas, pero a la postre disparos; se dicen
improperios, mentiras, bulos, promesas vanas, y se devuelven iguales o incluso
haciendo más daño, depende a donde te den las balas.
Intentas
hacer algo y te disparan ráfagas a las piernas para que caigas y no tengas la
oportunidad de levantarte más; te acribillan incluso con las mismas balas con
las que tú acribillaste anteriormente a tu adversario.
En
la película, había un cowboy que era súper rápido, no había quien lo pudiera
tirar en un duelo; incluso una vez que le sacaron una pistola habiendo
entregado él la suya se defendió con una patada en la mesa, y además, vestía de blanco.
Era
el más temido del poblado, pero…
Un
día llegó un viajero que vestía de negro, y que lo retó; acabó con él de un
tiro en la frente, y el nuevo matón vistió desde entonces de negro.
Pues
por aquí, fuera de la televisión tres cuartos de lo mismo.
Muchos
y muchas van empavonados con sus
revólveres orales disparando a diestro y siniestro, creyendo que son los
mejores; disparan sin sentido, y muchas, muchas veces al aire a ver a quién
pillan.
A
todos éstos y éstas que se creen superiores, más rápidos y más certeros, y que
denigran a los que son, en teoría, menos rápidos que ellos, solo
decirles que:
-
En
el Far West en el que diariamente vivimos, no te vanaglories de tu habilidad porque siempre podrá aparecer alguien más capaz que tú.
Ah,
y otra cosa, también te pueden disparar por la espalda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario