No obligues a nadie a quererte, mejor oblígalo a irse. Quien insista en quedarse, es quien realmente te quiere. Siempre seremos para alguien, la persona correcta que conocieron en el momento equivocado.

Seguidores

12 diciembre 2018

SONES Y RUIDOS.

Hasta un pequeño sonido acompasado y suave puede llegar a ser adorable; pero, como decía el otro día, la crispación está inundando nuestro día a día; y esa crispación produce un brutal ruido a nuestro alrededor que engulle las conversaciones, las sonrisas, los besos, las miradas e incluso la convivencia y la paz.
Y es cierto, que si una maravillosa canción, suena a un volumen desproporcionado cuando buscamos un poco de paz o relajamiento, nos chirría en los oídos.
A veces, muchas veces, no podemos ni hablar en un restaurante, o un bar, a la hora de tomar una copa o una tapa, y pasar un momento de asueto; todos nos empeñamos, y no se porqué, en que nuestra conversación la pueda oír todo el mundo, y así llegan a sonar conversaciones a gritos.
A lo que se pueda hablar en una feria, ni me refiero; todos los músicos y las casetas, y los "cacharritos" con los altavoces a todo volumen, a ver quien puede más, impidiendo el disfrute de una conversación amena y agradable e incluso produciendo ronquera al día siguiente a los que osan intentar mantener una charla.
Si todas las casetas bajaran la música hasta un volumen determinado, si las calesitas también lo hicieran y los grupos musicales, la feria sería menos irritante.
Lo mismo digo donde se reúna gente: en un bar, en un restaurante, en una reunión, en la calle (sobre todo en las puertas de las casas a ciertas horas de la noche); si todos bajáramos un poco el volumen de nuestra conversación, los demás podrán conversar mejor si también reducen el ímpetu de su voz.
Que nuestras voces sean sones y sonidos deliciosos y no ruidos estridentes.









No hay comentarios:

Publicar un comentario