Al despuntar la mañana, cuando
los chicos y las chicas pasan jovialmente charlando por la puerta de mi casa
(sobre todo ahora con los calores), asoman por mi ventana las risas, los
llantos, las riñas de las madres; y si no antes, me despierto.
Es un despertador natural que
hace que me sienta bien; pero cuando salgo a la calle, normalmente para dar un
paseo matutino, empieza el suplicio…..
No llego a la esquina de la
calle, en la misma farmacia, y ya te encuentro… te esquivo…. y sigo adelante,
como si nada hubiera pasado.
Pero sin demora, apareces en otra
acera, intento bajarme al asfalto, pero incluso ahà también te manifiestas.
No hay esquina, calle, acera, jardĂn,
cuesta, en la que no te hagas presente; por lo que dada mi corta visiĂłn,
algunos dĂas se me hace imposible no tropezar contigo.
No me es placentero toparme
contigo, incluso dirĂa yo, que me sienta fatal mantener un leve contacto, pero
por culpa de muchas personas, estĂĄs por todos lados.
AdemĂĄs, y para colmo de males, tu
perfume es horroroso; no sĂ© dĂłnde lo adquiriste pero deberĂas reclamar tu
dinero, por eso no me apetece que entres en mi casa.
Tanto trabajo les cuesta a
algunos, meterte en una bolsita y tirarte a la papelera?.....
Otro dĂa hablaremos de los gatos.
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