Un médico receta un tratamiento para cualquier enfermedad a un paciente, y al paciente le va tan mal que tiene que ser ingresado en un hospital por una semana.
Evidentemente el paciente cambia de facultativo, para ver si el nuevo da con la tecla de la enfermedad, le habían dicho que era una eminencia.
El nuevo galeno impone un nuevo tratamiento al paciente, y este continúa enfermo, y tiene que ser ingresado, otra vez, un par de días.
El paciente, bastante molesto, visita el segundo médico de nuevo y le dice que el tratamiento no ha servido para nada, y que ha tenido que estar dos días en el hospital.
El segundo médico le contesta:
Con el otro médico también fue usted al hospital.
Y el paciente en esos momentos piensa:
¡Joder, por eso vine a verle, porque el otro no lo hizo bien y usted me dijo que lo iba a hacer mejor!
¿Puede ser que el segundo médico cambiara de opinión sobre el tratamiento?
Podríamos cambiar la palabra médico por gobernante.
Ningún hombre es lo bastante bueno para gobernar a otros sin su consentimiento.
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Foto e mi amiga Juani Mora. |
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