Un día una paloma blanca voló hasta una cruz arbórea
y aletea cada Domingo de Ramos por Sanlúcar.
Ayer tuvimos la suerte de verla revolotear de nuevo.
Veinticinco primaveras con la compañía de la obra de arte que nos realizó Francisco
Limón, veinticinco años de esfuerzos de mucha gente para engrandecer esa obra.
En la tarde-noche-madrugada de ayer se fundieron en
un abrazo y para la historia: el ayer, el hoy y el mañana. Él congregó a su
alrededor a hermanos mayores de ayer, de hoy y por qué no, de mañana.
Las túnicas se tornaron ternos oscuros y trajes de
colores; los antifaces se convirtieron en palomas negras, blancas y cremas que
revolotearon por el Barrio de la Paz y fueron a posarse en las peinetas de las
guapas mujeres que Lo acompañaban.
Veinticinco años de capataces delante y costaleros debajo,
de nuevo el ayer el hoy y el mañana.
Camisa blanca y pantalón oscuro, muchos años de
cornetas y tambores unidos en una banda guadianesca; pasado y futuro en la
familia Navarro, y cómo no, también el presente.
Y Él, con su nueva túnica blanca (que por cierto es
como más me gusta, y como debe ser según la advocación) paseó orgulloso por su
barrio y su ciudad después de
veinticinco años y un día, el día de hoy que pasará a la historia de
nuestra Hermandad.
Enhorabuena a todos los que han colaborado y
trabajado para este día.
Feliz domingo de resaca de una feliz tarea.
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