Sentí el "no hablar por no molestar" de Pepe Arias, la verborrea incontenible de José Luis Roldán, la palabra organizativa de Antonio Pérez, el susurro pausado de Paco Hidalgo, la disertación bética de José Antonio Lombas; escuché la suave voz de Ricardo Bulnes, el impresionante timbre de Claudio Carrascal (¡Que nadie adelante al Sr. Alcalde!); oí el runrún apacible de la única dama, Mari Paz, la voz sindical de Manolo López, las sentencias de Pedro Millán y el incomparable humor callado de Pepe Guerrero.
Ah, y para cerrar la tarde, la inconfundible sonrisa de Carmen Márquez.
Sonidos que has escuchado durante más de cuarenta años y que te hacen volver atrás, a tus principios, al bonito enjambre de abejas que era el Banco de Sevilla donde todos nos hemos criado.
Quizás alguna vez que otra es bueno sentir como si empezáramos de nuevo.
Gracias a Manuel Sargentillo.