Marco el teléfono de una
compañía de seguros para dar parte de un siniestro…
Me responde esa voz metálica
que nos habla desde la máquina que contesta:
-
Todos nuestros agentes están ocupados, en seguida le
atenderemos.
Y espero, espero hasta que la
misma señorita de circuitos impresos me espeta:
-
Nuestros agentes siguen ocupados, en seguida le
atenderemos.
Pasado un rato, atendió mi llamada una dama del otro lado del atlántico,
que empezó a preguntarme por el número de póliza, el nombre del asegurado, el
NIF, y me pidió que le narrase lo que había sucedido, que cómo había sido el
siniestro.
Le cuento todo, me extiendo
detallando todos los pormenores del imprevisto, procurando dar conversación
para hacerme simpático ante mi interlocutora; hasta que en un momento de la
conversación, caigo en la cuenta de que al teléfono que he llamado es un 902; y entonces… me
doy cuenta, del por qué no cogen el teléfono nunca a la primera en estos número recaudatorios de muchas empresas.
Con esa chispa que a veces me ilumina, se me viene a la mente una de las geniales
frases de nuestro gran humorista Josele, cuando llamaba hace más de cuarenta
años a Antonio para que se viniera de Alemania; ponía na conferencia desde España
hasta Alemania en la que Josele esperaba y esperaba a que le pasaran con
Antonio mientras murmuraba para si:
“Llamas a casa de tu hermano
para algo y te meten diez o doce pasos, cuando llames a Mapfre para dar un
parte, te meten los pasos, los nazarenos, las bandas de música, los costaleros,
los capataces y hasta la palangana de Pilatos.”
C`est la vie.
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