Hay veces, cuando se emborrona un vínculo, que es mejor no hablar si no se hace desde el amor, es aconsejable guardar silencio.
Una relación, da igual la que sea: parejas, padres-hijos, amigos, compañeros de trabajo, etc.es como un pozo.
Cuando se horada uno nuevo, el agua clara, el agua pura, mana de las paredes de la perforación como un río de amor que navegará por tus adentros.
Diariamente, vamos depositando escombros con nuestras palabras al discutir, vamos ensuciando progresivamente con nuestros actos ese agua dulce y cristalina que sigue manado.
Si seguimos hablando y actuando apoyados en esos escombros, solo conseguiremos acumular más detritos, el agua cada vez se ensuciará más y más, y los cascotes, en un momento determinado, pueden atorar definitivamente los manantiales del amor desecando para siempre el pozo.
Es necesario, como todo en la vida, un drenaje, una limpieza de basura superflua que hace que el amor siga enterrado.
Por tanto, si no hablamos desde el amor para demoler esos cascotes, mejor es que escuchemos los sonidos del silencio; esos no crean escombros.
También hay otra forma mucho más drástica de secar un pozo, y es, dinamitándolo para siempre con el explosivo de la traición, pero ese es otro tema.
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