No obligues a nadie a quererte, mejor oblígalo a irse. Quien insista en quedarse, es quien realmente te quiere. Siempre seremos para alguien, la persona correcta que conocieron en el momento equivocado.

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04 julio 2017

¡QUE PUÑETERA LA TÍA!

Hay un momento en la vida en el que te lo planteas fríamente; llevas toda tu existencia conviviendo con ella, asumiéndola, haciéndola parte de tu ser; quizá te la impusieron en casa o en el colegio, quizá la llevaras intrínseca en tu ADN, pero lo cierto y verdad es que te acostumbraste a convivir continuamente con ella.
En casa, la usabas y la volvías a usar, sin que tuvieras la oportunidad de defender tu opinión y ni casi de expresarla; en el colegio... la utilizabas porque tampoco tenías la ocasión de defenderte ante un castigo injusto, una calificación errónea o un “bullyng” irrazonable.
Y tu existencia continúa, y sigues mediatizado por tu compañera de viaje; empiezas a trabajar y no tienes turno de réplica ante un jefe injusto o abusador, ni ante compañeros con más categoría que a la postre son insolidarios, y que por desgracia, vuelven a utilizar contigo el anglicismo anterior.
Cuando alcanzas la mayoría de edad, ¡EUREKA, ya te crees el culo del mundo, libre, irreductible!, pero entonces conoces a un chico o a una chica, y vuelves a encontrarte con la misma piedra, y la vida continúa y ella también contigo en todo a lo que te acerques.
Pasa el tiempo, tienes hijos, y crees que ahora es cuando toca, supones que en ese punto vas a acabar abandonando a esa amiga que te acompañó desde pequeño; ¡Craso error!, con tus hijos o hijas es cuando realmente se hace presente en tu vida, y para siempre. Esa que creíste olvidada o superada, ahora se presenta con una inusitada virulencia.
En algunos momentos  te planteas si no será más digno morir de pie que vivir continuamente de rodillas, pero la obediencia es así de puñetera la tía.


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