No obligues a nadie a quererte, mejor oblĂ­galo a irse. Quien insista en quedarse, es quien realmente te quiere. Siempre seremos para alguien, la persona correcta que conocieron en el momento equivocado.

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16 febrero 2019

BANDOLEROS.

En las alturas del Aljarafe,(antiguo jardĂ­n colgante" Al Sharaf"), y en la primera de sus tres coronas,  radica el pueblo de donde he llegado hace poco; en el tĂ©rmino municipal de esa localidad, abajo en la ladera, lindando con la calzada Real que nos lleva a Sevilla, se asienta un poblado; un poblado regido por frailes y que acoge a cientos y cientos de bandoleros y bandoleras que allĂ­ se afanan en robarnos; he tenido que pasar varios dĂ­as con ellos y ellas por obligaciĂłn, y como normalmente me pasa he salido robado.
ArribĂ© a ese poblado partiendo de otro que se asienta cerca del gran palmeral que bordea el rĂ­o grande de Sevilla. AllĂ­ me dijeron que me fuera para el Aljarafe, era mi sitio. Conozco y he conocido a muchos bandoleros y bandoleras en ese poblado, y la decisiĂłn de llamarlos asĂ­ se me vino a la mente a la hora de sentarme en la mesa de quirĂłfano. Ya les dije a Antonio, Alejandro, Marta y dos compañeras mĂĄs, antes de que me durmieran para robarme, que eran unos bandoleros; su extrañeza fue tremenda hasta que les expliquĂ© a quĂ© me referĂ­a. Me llevaron a despertar a uno de los aposentos para dormir y descansar  un poco,para volver a robarme. TambiĂ©n me pasearon por las calles del poblado y hasta encontrĂ© un buen amigo, que tambiĂ©n va por allĂ­ a robar por las mañanas.
A mi amigo Juan F., JosĂ© Luis, Pedro, Silvia, Javier, Begoña; a los soles que irradian sus rayos para retratarnos por dentro; a Alicia, BelĂ©n R., Lolo, Pilar, Mario(el dueño del carruaje); y por Ășltimo, las dos bandoleras que han acabado de robarme todo, Rosa e Inma y su compañera de robos que no me enterĂ© de su nombre.
Con esta metĂĄfora quiero dar las gracias a todos los bandoleros y bandoleras que vestidos con ternos: azules, blancos y verdes, y antifaces esmeralda, que en el Hospital San Juan de Dios de Bormujos se dedican a diario a robarnos los dolores, las infecciones, las fracturas, las enfermedades y algunas veces, hasta se llevan lo mĂĄs recĂłndito y difĂ­cil de robar, el cĂĄncer.
 En algunos momentos han llegado personas, a las que han tenido poca oportunidad de robar nada, se han tenido que limitar a acompañarlos en el paso al otro espacio con el mĂĄximo cariño posible. 
A mĂ­ tambiĂ©n me han robado el corazĂłn, ¡Malditas bandidas y bandidos!

Mi mĂĄs reconocido agradecimiento a todo el personal del hospital. ¡Gracias!

2 comentarios:

  1. Eres tĂș tambiĂ©n un gran bandolero que me ha robado algunas lĂĄgrimas.

    Un abrazo fuerte.

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