En
las alturas del Aljarafe,(antiguo jardín colgante" Al Sharaf"), y en
la primera de sus tres coronas, radica
el pueblo de donde he llegado hace poco; en el término municipal de esa localidad,
abajo en la ladera, lindando con la calzada Real que nos lleva a Sevilla, se
asienta un poblado; un poblado regido por frailes y que acoge a cientos y
cientos de bandoleros y bandoleras que allí se afanan en robarnos; he tenido
que pasar varios días con ellos y ellas por obligación, y como normalmente me
pasa he salido robado.
Arribé
a ese poblado partiendo de otro que se asienta cerca del gran palmeral que
bordea el río grande de Sevilla. Allí me dijeron que me fuera para el Aljarafe,
era mi sitio. Conozco y he conocido a muchos bandoleros y bandoleras en ese
poblado, y la decisión de llamarlos así se me vino a la mente a la hora de
sentarme en la mesa de quirófano. Ya les dije a Antonio, Alejandro, Marta y dos
compañeras más, antes de que me durmieran para robarme, que eran unos
bandoleros; su extrañeza fue tremenda hasta que les expliqué a qué me refería.
Me llevaron a despertar a uno de los aposentos para dormir y descansar un poco,para volver a robarme. También me pasearon por las calles del poblado y hasta
encontré un buen amigo, que también va por allí a robar por las mañanas.
A
mi amigo Juan F., José Luis, Pedro, Silvia, Javier, Begoña; a los soles que irradian sus
rayos para retratarnos por dentro; a Alicia, Belén R., Lolo, Pilar, Mario(el
dueño del carruaje); y por último, las dos bandoleras que han acabado de
robarme todo, Rosa e Inma y su compañera de robos que no me enteré de su nombre.
Con
esta metáfora quiero dar las gracias a todos los bandoleros y bandoleras que
vestidos con ternos: azules, blancos y verdes, y antifaces esmeralda, que en el
Hospital San Juan de Dios de Bormujos se dedican a diario a robarnos los dolores,
las infecciones, las fracturas, las enfermedades y algunas veces, hasta se
llevan lo más recóndito y difícil de robar, el cáncer.
En
algunos momentos han llegado personas, a las que han tenido poca oportunidad de
robar nada, se han tenido que limitar a acompañarlos en el paso al otro espacio
con el máximo cariño posible.
A mí también me han robado el corazón, ¡Malditas bandidas y bandidos!
Mi
más reconocido agradecimiento a todo el personal del hospital. ¡Gracias!
Eres tú también un gran bandolero que me ha robado algunas lágrimas.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte.
Gracias amiga, me llena tu comentario.
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