Desde tiempos inmemoriales el ser humano ha buscado y fabricado después, armas.
En principio para cazar animales, hasta que se dio cuenta que utilizĂĄndolas contra sus congĂ©neres, los sometĂa y con la fuerza bruta los dominaba, sometĂa a los mĂĄs dĂ©biles, y ahĂ empezĂł la carrera armamentĂstica.
Las armas antiguas, necesitaban destreza, fuerza, entrenamiento, al igual que ahora.
La piedra, la piedra afilada, la espada rudimentaria, el arco, las flechas, las lanzas, la utilizaciĂłn de animales, el fuego, arietes, catapultas, escudos; despuĂ©s las armas de fuego, pistolas, fusiles, arcabuces, metralletas, cañones, obuses, bombas, de racimo, bombas quĂmicas, armas nucleares.
Hoy en dĂa lamentablemente, la guerra se puede hacer desde un despacho, como si jugĂĄramos a un video juego. ¡Botoncito para arriba, botoncito para abajo!
Pero hay un arma nueva, hoy en dĂa, que destruye sin control; si bien en algunos momentos de la historia se intentĂł utilizar con los panfletos y pasquines, ahora con el internet y las redes sociales se estĂĄ haciendo letal e invencible.
Me refiero a la palabra.
Si a alguien en particular no le gustas, o desea quitarte de en medio, o intenta justificar un abuso que ha hecho de ti, o quiere prevalecer sobre todas las cosas, o quiere ser inocente cuando es culpable, parecer que ha regalado cuando ha robado, o malversado...
Buscas al ejĂ©rcito adecuado, que comparta tu ignominia, o la ignominia que pretendes; ese ejĂ©rcito se entretiene en publicar, editar o multiplicar tus sinrazones, ataques, o desprestigio a quien tĂș les indiques.
Y esos secuaces malignos, al ser secundados por muchos de cerebro corto y "copy-pega", llegan a convertir un bulo, una orden del lĂder, o un ataque contra alguien determinado; en una noticia real y fehaciente, una orden para todos los cibernautas, o un acoso y derribo desgarrador contra cualquier tipo de persona que ya no sea necesario para nuestros intereses, incluso con el ataque en racimo, con daños colaterales a familiares y amigos.
Mucho cuidado con la palabra, y con darle aL botĂłn, cojones.
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