Hoy un poco más largo de lo normal, pero tenía que recordarlo, lo prometí.
Me quiero acordar hoy de una sala que se encuentra en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla.
"La sala de los sillones", le dicen; tiene similitud en su nombre a la sala de los menesteres de Hogwarts, de la saga Harry Potter.
La sala de los sillones es donde se quedan las personas que están en observación, pero que seguramente no van, o no pueden pasar a planta, ni tampoco le pueden dar el alta de momento, después de estar más de doce horas en la sala de espera.
Abajo os dejo una foto de cómo debería ser, o como era la sala; pero lo cierto es, que actualmente con la cantidad de obras que hay en el Hospital, donde permanecen un montón de áreas cerradas, este lugar, más se pareciera a la susodicha sala de los menesteres, por el batiburrillo de sillones que hay en ella.
Más de treinta sillones, cada uno ubicado hacia una orientación diferente localizando un huequito de espacio para colocarlo.
Máquinas de pulso, máquinas de tensión, máquinas de respiración, toses, ronquidos, carraspeos, un sinfín de ruidos donde se juntan más de cuarenta personas.
A las diez de la noche entró de turno un nuevo ATS, supongo, yo llegué a las tres y pico de la madrugada; y por su deje intuí que era de Cádiz, " de Cai, Cai", y así me lo confirmó Juan (había visto a mi hijo cantar en Carnaval). Uno de los magos buenos que a veces o muchas veces aparecen en la sala de los menesteres. Gracias.
Por la mañana entró de turno la doctora Ana Dorado. Menuda y rubia, y aunque veo poco, intuí que era joven. "Un hada con varita", escuchando mis opiniones, dando consejos sin ordenar, comprobando todas las cosas, atendiendo con sencillez y amabilidad en esa marabunta de sillones y gente acumulada, gracias de nuevo.
Y por último y no por eso de menor calado, el doctor, que a última hora del medio día, me dio el alta.
Tenía tantas cosas que preguntarle que olvidé preguntarle hasta su nombre, pero lo acabo de leer en el informe del alta, Mariano.
Lo que si no dejé de hacer fue felicitarlo por el estudio de su carrera y oposiciones y por trabajar al mismo nivel que otro médico cualquiera, a pesar de su evidente minusvalía, gracias también para usted y enhorabuena.
Grandes los tres, y enormes la mayoría de los profesionales que hacen, seguramente, más de lo que deben, para que los enfermos pasen sus horas de dolor y tribulación lo mejor posible.
¡Gracias a todos los trabajadores y trabajadoras de la sala de los menesteres, perdón, DE LOS SILLONES!
Así debió ser en un principio la sala de los sillones, supongo. |
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