Desde un punto de vista humano con las
limitaciones físicas y psíquicas que tenemos, no entiendo otra manera (de
momento) de vida eterna; es eterno que nos mantengan en la memoria, en el recuerdo,
o en un recodo de su alma, aquellos con los que convivimos, aquellos a los que
favorecimos, aquellos a los que dimos nuestra amistad, aquellos a los que
amamos.
El otro día alguien me recordó a mi abuelo Manolo
el motorista, (motorista, porque era él quien conducía la moto en la que viajaba
el capitán del cuartel de la Guardia Civil); me lo recordó por cosas buenas que
hizo durante su paso por este mundo, teniendo conciencia de ello porque su
padre así se lo contó.
Mi abuelo era guardia civil, más guardia que
civil, como se comprendía en aquel entonces, y me llenó de orgullo que una
persona de mi edad, se refiriera a mi abuelo a través de los recuerdos que su
padre le refería.
Mi madre heredó su apellido-mote, y también su
sencillez, amabilidad y servicio a los demás; mis hermanos también lo han
heredado y yo, espero que algo haya quedado para mí.
En fin, Encarnita “la del motorista” y los nietos
de Manolo el motorista seguimos por aquí, y damos las gracias a los que todavía
lo recuerdan. Un beso allá donde estés abuelo.
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