Una sucesión de ladrillos, cada
uno con un nombre, cada uno con una historia, cada uno con una personalidad,
cada uno con un título, cada uno con un problema, cada uno con una alegría,
cada uno con una tristeza.
Todos, aglutinados con el mortero
de la fábrica de la amistad, hemos construido este muro, en el que puedo
distinguir a muchas buenas personas.
A toda la pared, enfoscada con la
cal del cariño, tengo que agradecer hoy, sus muestras de afecto.
Gracias a todos.
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