Es difĂcil para las personas saber lo que deben, a quien se lo deben, y quĂ© tienen que hacer para devolver lo recibido; lo fĂĄcil es tener un lapsus de memoria tan grande que no lleguen a recordar a quien le deben lo que son y quien realmente les dio todo sin pedir nada a cambio y cuanto es lo que le deben a esas personas.
Como todas la cosas fåciles a las que no les damos importancia, porque son comunes a tu vida diaria, al final, se diluyen en el tiempo y solo recuerdas los que te dañaron, quien te dañó y cómo te dañaron.
En un maltrato continuado, o en una enfermedad continuada, un dĂa sin dolor es un Ă©xito y lo celebramos una barbaridad, porque es una cosa especial; todos los dĂas sin dolor no tienen celebraciĂłn posible, porque es tan comĂșn que no le damos la importancia merecida al no sufrirlo.
Lo mismo pasa con el amor, con la educaciĂłn, con trato al prĂłjimo, con la urbanidad, con todo lo que os podĂĄis imaginar.
Tenemos las malas maneras de estar recordando continuamente: quién, cuånto y cómo nos deben; y olvidar en un suspiro: qué, cuånto y cómo debemos.
Y no aprendemos ¡coño!
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