La palmera imponente, sirve de faro natural de la isla
desierta. El agua de la playa y la arena blanca, que para muchos es un idilio, ya que es lo
que buscan en vacaciones, para otros es…. como un cruel destino.
La isla, no tiene salidas, no tiene opciĂłn de evasiĂłn, se
convierte en una cårcel dorada; con una cabaña de palmas y un poco de comida.
El que mora en ella, se limita sĂłlo a subsistir, ya que los recursos son
limitados y no puede, ni debe derrocharlos.
Pasan los dĂas, y las conversaciones tienen como
interlocutores a: la luna, al sol, al viento y al mar; el manto de la noche
aprisiona hasta los sueños, y de nuevo sale el sol; eso sĂ, todos los dĂas
amanece, que no es poco.
Hay situaciones en la vida, en las que, los seres humanos,
estamos perdidos en una isla desierta
como si fuéramos Robinsones; naufragó el
barco de tu empleo, cayĂł la avioneta del amor, seres queridos se fueron
a las profundidades en submarinos de
madera, y no volvieron mĂĄs; los hijos cogieron su lancha y se fueron de casa.
Cosas que, en algĂșn momento, nos pueden postergar a esa isla . No obstante,
creo que a todos nos gustarĂa recibir por lo menos, un mensaje en una botella,
que haga renacer la esperanza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario