Se sentó en la mesa de juego, se podría decir sin temor a equivocarme, que lo sentaron; el "pon" era muy importante porque la partida era cara y las posibles ganancias también lo serían, ya que se jugaba fuerte.
Tras el reparto de cartas miró poco a poco, carta a carta las que le habían entrado, despejó un rey, otro, un as, y otro, estos acompañados por un cinco.
Escondió su semblante para que no notaran que tenía buena jugada,(otros no sabemos hacerlo) escondió cuatro cartas y puso el cinco sobre la mesa, boca abajo, acaso tuviera la posibilidad de ligar un full de ases-reyes...
-Una. (comentó)
El que repartía le puso una carta cerca de su mano, la cogió pausadamente, sin prisa, y la mezcló con las otras cuatro, pasando una a una sin mirar el anverso.
Abrió el abanico de su jugada, despaciosamente, una a una, un rey, otro rey, una as, y "joder", un siete, después vendría el otro as.
La partida continuó, las apuestas, los faroles se fueron sucediendo, él siguió inmóvil, mirando a los que jugaban en su misma mesa, apostó como bien le vino; el de enfrente, al que le había entrado en suerte un trío en el primer reparto, tiró las cartas, se rindió, y a otros no les entró nada por lo que, paso a paso, se hizo fuerte, y al final ganó la partida con unas dobles parejas.
La vida es una partida de póker en la que te juegas la existencia, en el reparto te tocan unas cartas (esas son las del reparto, las bolitas que decía Rafael de Paula que te caen cuando naces) pero depende, muy mucho, de como tú juegues esas cartas, así será el resultado de tu felicidad.
Tras el reparto de cartas miró poco a poco, carta a carta las que le habían entrado, despejó un rey, otro, un as, y otro, estos acompañados por un cinco.
Escondió su semblante para que no notaran que tenía buena jugada,(otros no sabemos hacerlo) escondió cuatro cartas y puso el cinco sobre la mesa, boca abajo, acaso tuviera la posibilidad de ligar un full de ases-reyes...
-Una. (comentó)
El que repartía le puso una carta cerca de su mano, la cogió pausadamente, sin prisa, y la mezcló con las otras cuatro, pasando una a una sin mirar el anverso.
Abrió el abanico de su jugada, despaciosamente, una a una, un rey, otro rey, una as, y "joder", un siete, después vendría el otro as.
La partida continuó, las apuestas, los faroles se fueron sucediendo, él siguió inmóvil, mirando a los que jugaban en su misma mesa, apostó como bien le vino; el de enfrente, al que le había entrado en suerte un trío en el primer reparto, tiró las cartas, se rindió, y a otros no les entró nada por lo que, paso a paso, se hizo fuerte, y al final ganó la partida con unas dobles parejas.
La vida es una partida de póker en la que te juegas la existencia, en el reparto te tocan unas cartas (esas son las del reparto, las bolitas que decía Rafael de Paula que te caen cuando naces) pero depende, muy mucho, de como tú juegues esas cartas, así será el resultado de tu felicidad.
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