No obligues a nadie a quererte, mejor oblígalo a irse. Quien insista en quedarse, es quien realmente te quiere. Siempre seremos para alguien, la persona correcta que conocieron en el momento equivocado.

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20 diciembre 2017

EL NIÑO DEL ESPEJO.

Una mañana, en la que las prisas por salir no fueron perentorias, me entretuve en mirarme al espejo. Había estado cantando la noche anterior en la sala Malandar con mi amigo Enrique Sánchez y su grupo Los Escarabajos; cada vez que lo hago me transporto a la infancia, a aquella casa de la familia de mi amigo, en la que nos reuníamos para jugar, aprender, leer,   tocar y cantar.
Estudiaba mis facciones; mis arrugas, mi poco pelo, mi anchura adquirida,   y me recordaba de pequeño; enjuto, delgado y lleno de rizos en  la cabeza.
¿En qué nos hemos  convertido?
Yo era tímido, ávido de aprendizaje, humilde, me gustaba cantar, y no me defendía muy mal en el colegio; hoy en día la timidez se ha escondido, sigo teniendo deseos de aprender de todo lo que se presente, y creo que no soy nada soberbio; el colegio al que asisto actualmente es el de la vida, y en ella continúo estudiando diariamente.
Terminando de atusarme,el poco pelo que tengo,  me preguntaba…
¿Habré cubierto las expectativas que ese niño, que he recordado, se creó en aquellos años sobre su futuro?
¿Estaría satisfecho de mí ese  chico viendo como he desarrollado mi vida, o creería que lo he traicionado?
Supongo que no habrá sentido traición, pero sí os voy a contar un secreto:
Siempre quise ser militar o empleado de banca;  con cinco años tenía una máquina de escribir pequeñita que aporreaba  en el patio de mi casa  y una escopeta de tapón de corcho con la que hacía la instrucción; por cierto,  de la mili me licenciaron por tener gafas.
Espero que, si en algún momento, me encuentro cara a cara con ese niño que fui, se sienta orgulloso de lo que hoy soy, y nunca tenga que esconder la cara por vergüenza.
Deseo que todos podáis decir lo mismo.

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