Todos, alguna vez,
o muchas veces, hemos tenido actos de amor: flores, un beso, un anillo, una
caricia, un collar, entregar tu vida, una corbata, prestar tu brazo, unos
gemelos, unas galletas, un arrumaco… bueno en fin, cualquiera que se os ocurra,
todos pueden relacionarse aquĂ.
Pero hoy os quiero contar un acto de amor
diferente, yo lo he bautizado: amor con carĂĄcter retroactivo, y me explico:
Como la mayorĂa de los que me conocen ya saben, en
abril de 1992, tuve la inmensa suerte de pregonar la Semana Santa de mi ciudad,
SanlĂșcar la Mayor.
Me eligieron para tener ese honor allĂĄ por febrero
de 1991; el año pasó entre nervios y ensayos, muchos ensayos, correcciones y
mucho respeto.
Gracias a Dios, creo que todo saliĂł medianamente
bien, por lo que siempre me sentiré orgulloso de ello.
Un par de meses después perdà a mi abuela Encarna,
la madre de mi madre, con la que estuve conviviendo tiempo y a la que me unĂa
un entrañable cariño. PasĂł el tiempo, años… varios años; quizĂĄs mi padre ya se
habĂa marchado tambiĂ©n a su largo viaje; cuando mi madre me lo confesĂł.
- SabrĂĄs que tu abuela
estuvo rezando desde que te nombraron pregonero, durante todo un año, hasta el
dĂa del pregĂłn, para que todo saliera bien. PedĂa que si le tenĂa que pasar algo, o incluso si tenĂa que morir, que fuera despuĂ©s del evento, para que nada pudiera interferir en mi ĂĄnimo.
Creo que no puedo calificar esta conducta de otra
forma: Un acto de amor con caråcter retroactivo, un regalo que abrà muchos años
después de ser entregado.
Regalad amor.
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