Hay
miles de frases de grandes pensadores que nos animan a seguir adelante, pásenos
lo que nos pase en algún momento de nuestra vida.
Internet, facebook, twitter, etc. están inundados de estas frases encuadradas en fotos bonitas de paisajes,
parejas, trenes, árboles, campos, etc.
Buda,
Nelson Mandela, John Lennon, Fiedrich Nietzsche… y el más prolífico de todos:
Pablo Cohelo.
“No
podemos estar en el presente añorando el pasado”; “debemos dejar atrás el
pasado para poder tener un futuro”; “la cárcel más grande no está hecha de
rejas y barrotes, sino de recuerdos negativos”; “no mires atrás ya no vas por
ese camino”.
El
etcétera es inacabable, inconmensurable, diría que infinito; pero en verdad,
cuando los recuerdos te abrasan el alma, todas estas frases lo que te dan en vez
de ánimos, es mucho por saco (dicho finamente).
Yo, paseo lentamente por la orilla de la playa, andando despaciosamente,
disfrutando del concierto que me ofrece la orquesta marina, deleitándome con la
luz del cuadro que pinta el sol en el horizonte, sintiendo en mi curtida piel
la brisa yodada, que a veces, hasta me pone la carne de gallina; inspirando el
olor a océano que me llega tan adentro, saboreando en mis labios las salinas
blancas. No necesito mirar atrás a las huellas que voy dejando en mi andadura; tal vez pisé una
piedra, acaso me picó una medusa, en otra ocasión la fina arena me acarició los
pies, en otro momento encontré una colilla; pero si miro a mi espalda, las
pisadas son siempre contiguas, una detrás de otra; si pudiera alcanzar con mi
vista el principio de la caminata y comprobar todas las pisadas, empezarían con
el tranco más corto, continuarían con la zancada más amplia y profunda, ora dos
pisadas, ora cuatro, otrora pisadas más pequeñas alrededor de las tuyas que van
creciendo; más adelante se va recortando el paso, pero será profundo todavía.
Al
frente, sólo hay arena donde seguir dejando la huella de mis pasos, y a mi
espalda las pisadas que fui dejando en mi camino.
Un
día llegará, y de eso sí estoy seguro, que el mar enviará una ola gigantesca,
enorme, que borrará de un plumazo todas las huellas que fui dejando en la
arena.
Y
vendrá otro, u otra, detrás que irá dejando un nuevo rastro, y las mareas seguirán
subiendo y bajando; pero los que caminaron conmigo recordarán por siempre esas
pisadas que iban delante suya y que les marcaban el camino.
Algún
día, las olas se llevarán las huellas de nuestra vida, e incluso las cenizas de nuestro
cuerpo hasta las profundidades de la eternidad, ahí empezará el ejercicio de
memoria de los que nos aman o nos han amado alguna vez.
Procurad
sed felices.
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