No obligues a nadie a quererte, mejor oblígalo a irse. Quien insista en quedarse, es quien realmente te quiere. Siempre seremos para alguien, la persona correcta que conocieron en el momento equivocado.

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07 noviembre 2017

ACELERANDO EL CREPÚSCULO.

Sentado a la luz del sol, esa que alimenta mis sentidos, contemplo a lo lejos el crepúsculo del día.
Mirando el cielo en el horizonte, se funden tantos colores a lo lejos, que parece una paleta irisada de un afamado pintor.
Observo el ocaso, y pienso... se me viene a la mente... que así, como yo veo el atardecer, los más mayores observan cómo se les va la vida, pero actúan de otra forma diferente a mí, aunque ya mismo...
Si yo disfruto y gozo viendo como el sol juega al escondite,  y me deleito poco a poco, paso a paso con la caída de la tarde; ellos, sintiendo que se les acaba el tiempo, desearían que ocurriera una ocultación corta, y a otra cosa; para que les de lugar a hacer muchísimas más antes de irse.
Si bien, en el día a día, la existencia se les hace lenta, porque la agilidad declina, la visión se oscurece, las articulaciones gritan y los sentidos se oxidan; ellos quieren vivir las cosas rápidamente, solo y exclusivamente para poder llevarse más vivencias.
Cuando éramos niños y queríamos cumplir los dieciocho para sacar el carnet, ser mayores de edad y poder hacer cosas que antes no podíamos; ellos o ellas nos decían:
- No por mucho madrugar, amanece más temprano.
- No tengas prisa por saber lo que el tiempo te dirá.
- Vísteme despacio que tengo prisa.
En suma, un sinfín de refranes para que no aceleráramos el tiempo justo; pero que ellos y ellas, ahora, cuando el sol casi se les esconde en el horizonte, ni de coña los aplican.
Paradojas que nos enseña esta vida nuestra.
Procuremos ser felices e intentemos hacerles llevadera la caída de la tarde.



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