Ramses el grande tuvo cientos de hijos; ella ha tenido, y los tiene por miles. Madame Curie murió de cåncer; ella, gran parte de su existencia, luchó contra él, y sobre todo con el de los mås pequeños.
Haciendo alusiĂłn a su profunda religiosidad, ella tambiĂ©n es el Moises que guĂa a los pequeños y a sus padres por la travesĂa de ese desierto tan duro; hace de NoĂ©, intentando sacar a flote a hijos y a padres de las profundas aguas de la desesperaciĂłn, se torna en Maestro transmitiendo a los mĂĄs jĂłvenes su sabidurĂa y confianza; se vuelve en otros momentos JosĂ© de Ariamatea acompañando el dolor, como el que padeciĂł la Virgen MarĂa, al perder a su hijo o hija; y en algĂșn momento, y sin que suene a irreverencia, ha hecho de Dios, porque para muchos y muchas, eso ha sido ella: Dios.
Mi madre, cuando estuvo en el hospital, mantenĂa a la cabecera de la cama las "estampitas" de sus VĂrgenes y Cristos; en un momento de la visita, la doctora que vino a verla le dijo:
- Señora, no creerĂĄ que todas esas estampas la van a curar, ¿algo haremos tambiĂ©n nosotros?. ¿no?
A lo que mi madre le respondiĂł:
- Por supuesto, las que me curan son ustedes, ellos y ellas estĂĄn solo ahĂ, para guiar sus manos y sus cabezas
A ella la guiaron, la guĂan y la guiarĂĄn muchas "estampitas" a los largo de los años, porque asĂ lo cree.
Fardamos de tener muchos amigos, pero ella tiene mĂĄs de un millĂłn, entre los que espero encontrarme desde anoche, que tuve el gusto de conocerla personalmente. Ana MarĂa, fuiste, eres y serĂĄs grande porque tĂș...
A na
M arĂa
A lvarez
S ilvĂĄn., Y has amado siempre.
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