He estado viendo el acto de la Jura de la ConstituciĂłn de la Princesa Leonor de BorbĂłn y Ortiz.
Y no he tenido mĂĄs remedio que acordarme del añorado pĂĄrroco de SanlĂșcar la Mayor, D. Francisco Carretero Mesa.
Cuando llegĂł a SanlĂșcar, allĂĄ por el año 1988, quedĂł perplejo con la forma en la que los sanluqueños dĂĄbamos el pĂ©same, tanto en el entierro del finado o finada, como en la misa de difuntos de la siguiente o de la otra semana.
Los dolientes se colocaban en el ala lateral izquierda, mirando desde el presbiterio, bajando la escalera de la puerta de la sacristĂa.
Los asistentes iban pasando por delante del Altar Mayor, hasta llegar allĂ, y se daba la mano, o un beso, o un abrazo, o un arrebato de dolor. Esto hacĂa muy penoso a los dolientes el momento del pĂ©same.
Entonces se decidiĂł un cambio, que en su momento, no pareciĂł bien a mucha gente del pueblo, pero que al fin y a la postre, se instauro, se tomĂł como norma, y hoy en dĂa, es mucho mejor para las personas que esperan el pĂ©same en la escalinata del Altar Mayor, menos doloroso y pesado, y para los que lo dan, pasando por delante de los dolientes y agachando la cabeza en gesto de respeto.
Ya va siendo hora, que la monarquĂa española tome lecciĂłn de D. Francisco Carretero y elimine esos interminables apretones de manos en los besamanos reales, hoy casi 600 personas, por otro tipo de gesto mĂĄs acorde a los años en los que estamos.
Se puede hacer mås llevadero el cumplimiento de toda esta gente; cumplimiento, que al igual que en el pésame, en muchos casos, son dos palabras: CUMPLO Y MIENTO.
Foto extraĂda de Vanitatis. |
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