Un padre o una madre debemos aprender a ser filtros con nuestros hijos.
Filtrar lo malo y resaltar lo bueno, no sin decir lo malo que quitaste.
Y las personas debemos filtrar nuestras emociones (sobre todo las que nos duelen) para que no nos hagan demasiado daño.
Hay emociones, actos o dichos de los demás que nos pueden hacer mucho daño si no las filtramos.
También de compañeros o jefes.
Esas emociones que nos pueden hacer daño son por opiniones vertidas consciente o inconscientemente por personas sobre todo a las que queremos, y que en teoría nos deben querer.
Por ello hay que saber filtrar para solo tragarte y digerir lo que te plazca o te haga bien. Lo malo o lo que te haga daño, eliminarlo como hacen los riñones y la orina con las cosas nocivas para nuestro organismo.
Siempre hay que ser un filtro, nunca una esponja.
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Foto de mi amiga Ana María Benavente. |
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