No obligues a nadie a quererte, mejor oblígalo a irse. Quien insista en quedarse, es quien realmente te quiere. Siempre seremos para alguien, la persona correcta que conocieron en el momento equivocado.

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17 mayo 2017

CINCUENTA AÑOS O VICEVERSA.

Unas manos grandes, enormes en comparación con las mías, me agarraban fuertemente cuando salía a la calle; mi menudo cuerpo al lado del tuyo era como el de un muñeco de juguete; miraba hacia arriba y cuando me devolvías la mirada, me sentía seguro; estaba agarrado de tus curtidas manos, manos de fregar suelos de rodillas, de coser, de bordados, de lavar con perborato, de hervir la ropa, de la candela de carbón; en suma, de unas recias manos que me asían fuertemente.
Era una tranquilidad bajar las escarpadas escaleras de casa agarrado a ti, con la seguridad de llegar abajo sano y salvo. Esto pasó tantas veces…
Hoy veníamos de misa de difuntos de nuestro amigo Pablito, siempre me coges del brazo, pero hoy te cogí de la mano…
Esta tarde, tú eras la débil y yo el recio, tú la pequeña y yo el gigante, tú con las manos menudas y yo con las mías fuertes; tú eras la que me mirabas y te adivinabas protegida; y yo, de reojo, te observaba con satisfacción, supongo que la misma satisfacción que encontrarías hace cincuenta años cuando me observabas a tu lado.


Hoy tú eras la que te sentías segura, como hace cincuenta años, pero ahora a la viceversa: toma mi mano, dame tu mano.

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