Supongamos por un momento que nos vamos a presentar a una entrevista de trabajo, un trabajo crucial para nuestra vida, ¿Cómo lo preparamos?
Me estudio las posibles preguntas, las memorizo, me arreglo bien, me perfumo, procuro hablar despacio, mirar a los ojos, mostrarme tal cual soy, y lo más importante, quedar como buena persona.
Otro supuesto sería: Entrar en un empleo como aprendiz, te tienes que esforzar en hacer diariamente las cosas bien para poder progresar, ser simpático y educado con el maestro, y trabajar, trabajar y trabajar, no equivocarte, o equivocarte lo menos posible para llegar a ser algún día maestro.
Por un momento imaginaros que sois deportistas de élite, por ejemplo corredores de maratón.
Tienes que estar todos los días preparándote a conciencia para la maratón de los JJOO; entrenando horas y horas, haciendo fondo, respiración, musculación, carrera corta, carrera larga, y todo para llegar el día D a la hora H lo mejor preparado posible para ganar la medalla de oro.
Visualicemos acaso a un magnífico chef de un restaurante de un puñado de tenedores, desde que se levanta por la mañana y va al mercado va comprando todo lo necesario para el cocinado: las mejores verduras, las mejores carnes y pescados, los mejores vinos, las mejores frutas; y rápidamente a la cocina para preparar esos espectaculares platos que degustarán a ciencia cierta los comensales que se acerquen por allá.
En el primer supuesto la meta era el trabajo indefinido, en el segundo ser un gran profesional y maestro, el tercero ganar la medalla de oro en la Maratón; y el último, conseguir los mejores platos.
¡Coño, pues lo mismo, lo mismito es la vida!
Desde que naces sabes que más tarde o más temprano has de entregar la cuchara, y que ese día que dejes de comer terminará tu camino hacia la luz, para llegar a la luz misma.
¿Por qué no preparamos la llegada a esa luz como las metas de los otros supuestos que he relatado anteriormente?
Pues creo que las buenas intenciones se ensucian con el dinero, el poder, los vicios, y los malos modos; la envidia, la avaricia, y un sinfín de etcéteras que no nos atrevemos a dejar de lado en nuestro camino a la luz.
"Y lo más cierto es que no hay otro camino, que el camino hacia la luz; y lo peor, que queramos o no queramos iremos allá."
No hay comentarios:
Publicar un comentario