A veces se me vienen a la memoria recuerdos de tiempos ya lejanos, cada vez mĂĄs lejanos.
Y cuando echo la vista atrĂĄs y pienso en las barbaridades que hacĂamos en aquellos tiempos se me erizan los pelos de la piel.
Y para muestra un botĂłn.
Os pongo primero en situaciĂłn:
Mediados de los setenta, local de ensayo adosado a la cochera de mi tan querida Farmacia Rossi, pequeñito eso sĂ, y embriĂłn primario del genial grupo actual de Los Escarabajos; Enrique SĂĄnchez, Juan Carlos Nogueras, Antonio Becerra, este que habla y mi amigo Fernando Salado, que nos acompañaba hasta en los ensayos.
En el centro del techo del pequeño local habĂa un casquillo con una bombilla, y ese mismo casquillo de metal (latĂłn para mĂĄs señas) tenĂa incorporado un enchufe.
Recuerdo que llegĂĄbamos un viernes por la tarde para ensayar, llovĂa a mares esa tarde, y a mi me pirraban los botos camperos, que como sabĂ©is, tienen la suela de material. Con los botos empapados y tambiĂ©n la ropa, me dispuse a ensayar. En ese enchufe que tenĂa el casquillo, enchufĂĄbamos dos ladrones de los antiguos, donde conectĂĄbamos todos los amplificadores con los que tocĂĄbamos.
Solo quedaba conectar mi amplificador, cogĂ el enchufe lo acerquĂ© al ladrĂłn del casquillo y cuando fui a enchufar, Juan Carlos, que ya estaba sentado en la baterĂa, pegĂł un "platillazo" en el plato grande, un brutal chin pum, que casi se me sale el alma por la boca.
Fue una broma con un susto de muerte, pero quizĂĄs, si no hubiera sido asĂ, lo mĂĄs probable es que me hubiera quedado pegado, y, o electrocutado.
¡Manda cojones el cuidado que tenĂamos en aquellos años con las cosas!
Retazos de la memoria.
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