Los antiguos egipcios tenĂan una teorĂa de la vida eterna muy peculiar.
Momificaban, sobre todo a los faraones y gente importante, y los enterraban con un proceso de "resucitaciĂłn" aprendido en cientos de años; los inhumaban con comida, enseres, bebida, y estatuillas de personas y animales queridos para que les hicieran compañĂa en el viaje al mĂĄs allĂĄ.
Pues bien, los "ushebtis" (los que responden), eran unas estatuillas hechas de fayenza (cerĂĄmica), madera, piedra e incluso de lapislĂĄzuli y tenĂan grabados textos de resurrecciĂłn del libro de los muertos en sus vestimentas.
Si bien estas estatuas estaban destinadas a servir al finado en la otra vida, hay gente en esta vida nuestra de la que deberĂamos hacer "ushebtis", pero en un sentido contrario.
Hay personas que cuando se van (y suelen hacerlo pronto, incluso demasiado pronto), dejan una impronta imborrable en nosotros. Son amigos o familiares que marcaron para siempre una huella en nuestra alma, y que cada vez que los recordamos, florece una sonrisa y un gesto de cariño hacia ellos y ellas.
Casi todos los dĂas tengo recuerdos de mi compadre Juanjo, de JesĂșs Vento, de mi padre ¡QuĂ© grandes!
¿CuĂĄntos tendremos cada uno de nosotros en nuestra alma guardados?
De esta gente deberĂamos hacer muchos "ushebtis", y estoy seguro que muchos querrĂamos uno, con textos que los hicieran revivir dentro de nosotros cuando nuestra vida, nuestro dĂa a dĂa, se convierta en una cuesta arriba.
Como sé que esto es imposible, intentaré idear unos "ushebtis" imaginarios para tener a esta gente siempre en el corazón, para nunca olvidarnos de ellos y ellas, y para que podamos recurrir a ese recodo del alma en tiempos de zozobra.
Hay gentes que no se deberĂan olvidar nunca. ¡MantengĂĄmoslos vivos en la memoria!
Foto extraĂda de wikipedia. |
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