Érase una vez un campesino pobre que encontró una gallina muy especial: cada día ponía un huevo de oro. Desde ese día, su suerte cambió y se convirtió en el hombre más rico de la región.
Pero llegó el día en que el campesino quiso más huevos de
oro al día. Y tuvo una idea.
—Si la gallina pone huevos de oro, será porque los tiene
dentro… ¿Y si saco todos de golpe?
Así fue como el campesino avaricioso mató a la gallina y,
con ella, su fuente de riqueza. Desde ese día se tuvo que conformar con huevos
de yema.
Moraleja: "La avaricia rompe el saco". Esta fábula de
Esopo nos enseña que la persona avariciosa siempre quiere más, y que
debemos valorar lo que tenemos.
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Foto de mi amiga Juani Mora. |
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