Ărase una vez un hombre muy rico que vendiĂł todo lo que tenĂa a cambio de varios lingotes de oro. Y para que nadie le robara, enterrĂł el oro en un bosque. Todos los dĂas acudĂa al lugar para comprobar que su oro seguĂa allĂ, sin saber que un ladrĂłn lo vigilaba escondido.
Una noche, el ladrĂłn desenterrĂł el oro y se lo llevĂł. Cuando el rico
descubrió el robo, dio tal grito que un vecino se acercó a ver qué pasaba. El
hombre rico lloraba, desesperado. Entonces el vecino tomĂł unas piedras, las
enterrĂł en el mismo lugar y dijo:
—AquĂ tiene su tesoro. Sabe que nunca habrĂa gastado sus lingotes. ¿QuĂ© mĂĄs
le da, entonces, que sean piedras? AsĂ por lo menos dejarĂĄ de sufrir.
Moraleja: Corazón codicioso no tiene reposo. Esta fåbula de Esopo nos enseña que la riqueza, si no se comparte, no vale nada y solo trae pobreza, mismamente.
Foto de mi amiga Juani Mora. |
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